En todo el mundo se festeja la Navidad; en pocos lugares se hace con la riqueza de tradiciones y símbolos de México. ¿Qué hace a las navidades mexicanas diferentes de las del resto del mundo? Corren tiempos propicios para que te lo contemos.
1. Flor de Nochebuena
Con la flor que ahora decora en todo el mundo a la Navidad los mexicas honraban a sus guerreros muertos: los pétalos rojos evocaban la sangre del mártir. La llamaban cuetlaxóchitl: «flor de cuero». Los españoles la convirtieron en Flor de Pascua y le dieron fines religiosos. Hacia el siglo XIX, le gustó al embajador estadounidense, JR Poinsett, la promovió en el resto del mundo como poinsetia y empezó a asociarse con la Navidad.
Sus hojas, verde oscuro, cuando maduran cambian a rojas (o azules o rosas o amarillas, con esto del experimento genético) y parecen pétalos. En su versión silvestre alcanza hasta cuatro metros de altura. En invernadero se cultiva en Morelos, Guerrero, Michoacán, Puebla y el Estado de México.
2. Nacimiento
Dicen que San Francisco de Asís creó el nacimiento hacia 1223, en la ermita del pueblo de Greccio. Allí construyó un portal y un pesebre, y los lugareños representaron a José, María y el niño Jesús. Hacia el siglo XV, en Nápoles, se empezaron a usar figuras de barro. Después, los franciscanos lo llevaron al Nuevo Mundo. Los americanos agregaron elementos locales a la representación: aguadores, panaderos, taqueros, organilleros. En nuestros días, muchos pueblos hacen artesanías para los nacimientos, como angelitos de Tzintzuntzan, Michoacán; figuras de barro de Ameyaltepec, Guerrero, o nacimientos policromados de Tlaquepaque, Jalisco.
3. Pastorela
José y María llegan al pesebre donde nacerá Jesús. Los pastores, avisados por el arcángel Gabriel, deben encontrarlos. El Diablo intenta impedirlo con trampas y enredos. El Arcángel y el Diablo se enfrentan, el Bien gana y los pastores llegan a tiempo a adorar a Jesús. Así es el argumento básico de una pastorela, forma teatral popular que se representa en diciembre. Su origen está en los Autos Sacramentales, obras de divulgación religiosa. Como dato curioso: el personaje más importante de la pastorela es el Diablo, pues su picardía le sirve para lanzar comentarios jocosos políticos y de actualidad, como cómico de carpa. Las pastorelas más afamadas se hacen desde 1964 en el ex convento jesuita de Tepotzotlán, con participación de unas 150 personas. Ahora las monta el actor Roberto Sosa.
4. Ponche
En la India se le llamaba pãc, que quiere decir “cinco ingredientes”, justo los que componían a la bebida: aguardiente, azúcar, limón, agua y té. En Inglaterra derivó al inglés punch, por el trancazo que daba su ingrediente etílico. Cada cultura adaptó el punch a su idiosincrasia: en Estados Unidos se hace con huevo, nuez moscada y bourbon; en Alemania con vino, clavo, limón y naranja; en Suecia es con brandy, uvas pasas y almendras. La versión mexicana contiene frutas de temporada, lo que la convierte en una bebida de gran energía. De la infinidad de recetas, coinciden ingredientes como manzana, guayaba, tejocote, tamarindo, caña, jamaica, ciruela pasa, canela y piloncillo.
5. Romeritos
Si el pavo o la pierna son platillos comunes a cualquier mesa navideña del mundo, en la mexicana agregamos los romeritos. Es una planta semejante al quelite, que se cultiva en el centro de México, aunque su sabor se ha extendido a otras partes del mundo. Los mexicas lo cocinaban con ahuautli, una hueva de chinche acuática semejante al camarón seco. Se prepara de diversas maneras; la tradicional es con mole, camarón seco y papas.
Los romeritos se volvieron tradición de Nochebuena porque en tiempos del Virreinato, el 24 de diciembre era día de vigilia y el 25 se comía el pavo. Para paliar el hambre, el 24 se aprovechaba el mole del guajolote y se servía con los romeritos, que eran baratos y sabrosos. Por eso también se cocinan en las vigilias de Semana Santa.
6. Pavo
Nosotros le llamamos guajolote (en náhuatl es huexólotl, “gallo grande”) y es un ave mexicana. Lo conocieron los conquistadores y les asombró tanto su fealdad como su sabor suculento. En la corte española, y pronto en toda Europa, se convirtió en el manjar de las fiestas y de paso perdonó la vida de muchos gansos, que eran las aves que se cocinaban antes.
Pero la relación con la Navidad viene de Un cuento de Navidad, el gran relato de Charles Dickens: hacia el final de la historia, el redimido Ebenezer Scrooge le regala un pavo a su empleado Bob Cratchit. La generosidad del avaro extendió una idea de regalar un pavo como muestra de buena voluntad, que ahora se repite en los pavos que se regalan en oficinas y, por supuesto, en su preparación para la Nochebuena.
7. Posadas
Van del 16 al 24 de diciembre; representan el peregrinaje de José y María en busca de un sitio donde pernoctar. Los anfitriones de la fiesta toman el papel de posaderos. Los invitados piden asilo, con velas encendidas, en la entrada de la casa. Entonan versos que replican los anfitriones. Al final, los posaderos abren las puertas y dejan entrar a los peregrinos. Entonces se rompe la piñata y comienza la fiesta.
Con las posadas, los monjes agustinos sustituyeron el culto azteca del Panquetzaliztli, en honor a Huitzilopochtli, que se realizaba del 17 al 26 de diciembre. Son nueve días porque cada uno representa un valor distinto: humildad, fortaleza, desapego, caridad, confianza, justicia, pureza, alegría y generosidad. Se celebra en una casa o una calle diferente, lo que también contribuye a reforzar la unidad entre familias o vecinos.
8. Piñata
Aunque originaria de Italia (y, antes, de China), la piñata ha tomado carta de naturalización mexicana. Se hacían con una olla de barro, decoradas de papel crepé; ahora son de cartón y papel maché. En su interior hay dulces y frutos de temporada. Existen muchos diseños –por estos días están de moda las de Donald Trump–, pero la original tiene siete picos: cada uno representa a un pecado capital.
Acá la sorpresa: con la piñata los evangelizadores representaban al Mal. Y por eso debe romperse con los ojos vendados, para simbolizar la fe ciega del buen devoto. La piñata cuelga de una cuerda, se canta “Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino”. Cuando alguien rompe la piñata, una lluvia de dulces, tejocotes, cañas y jícamas se abalanza sobre la gente. Nunca falta un niño más gandalla que se lleva el 70 por ciento de los dulces.
9. Dulce de colación
La canción de la piñata dice: “¡Ándale Juan, sal del rincón con la canasta de la colación!” y se refiere a unos dulces originarios de Puebla, hechos de fécula de maíz y azúcar, de colores pastel –rosa, azul, blanco–, rellenos con almendra, cacahuate o con una rajita de limón o naranja. Existen desde los populares que se compran a granel en el mercado, con su terminado rústico, a colaciones finas, con acabado liso y brillante. En algunas fiestas se reparten en canastitas de colores y se las conoce también como “aguinaldos”.
10. Las ramas
Se hacen en el sur del país: de Veracruz a Tabasco y en la península de Yucatán, los niños preparan una rama de limón con globos y motivos navideños. Pasean por las calles coreando cánticos navideños en busca de aguinaldo, que pueden ser dulces o dinero. De casa en casa se canta: “Naranjas, limas y limones / más linda la Virgen que todas las flores / En un portalito de cal y de arena / nació Jesucristo por la Nochebuena”. Si los niños quedaron conformes con el aguinaldo, cantan: “Ya se va la rama / por la oscuridad / a usted le deseamos / feliz Navidad”; ni no les gustó lo que les dieron, entonan: “Ya se va la rama / por todo el alambre / porque en esta casa / están muertos de hambre”.