Expok es una empresa especializada en comunicación de RSE y sustentabilidad. María José Evia Herrero, autora de esta columna, es coordinadora de contenidos de ExpokNews, además de escribir en diversos medios sobre equidad de género, diversidad y literatura.
Cuando se habla de brecha salarial de género (es decir, la diferencia entre el salario que reciben hombre y mujeres por realizar el mismo trabajo) podemos pensar que es un fenómeno relacionado con oficios manuales o trabajos en puestos bajos, pero hay que recordar que llega hasta el más alto nivel corporativo.
Según los resultados de un estudio realizado por el Banco de la Reserva Federal de Nueva York en Estados Unidos y citado por el sitio Think Progress, si el valor de una compañía baja en un 1%, el salario de las ejecutivas baja en un 63%, mientras que el de los ejecutivos baja tan solo un 33%. Siguiendo esta tendencia, si el valor aumenta en un 1%, el salario de ellos sube un 44% pero el de ellas solo aumenta un 13%.
Para obtener estos datos, el equipo de investigadoras analizó los salarios de los 5 puestos más altos (CEO, presidente, vicepresidente, director de finanzas y director de operaciones) en la base de datos de la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor’s (S&P) entre 1992 y 2005. Aquí otros de sus hallazgos:
- En ese tiempo (entre 1992 y 2005), el pago de las mujeres bajó un 16% pero el de los hombres subió un 15%.
- La compensación total de las mujeres representa solo un 82% de la de los hombres.
- Las ejecutivas mejor pagadas, que trabajaban en empresas pertenecientes al índice bursátil S&P 500, ganaron 18% menos que los hombres mejor pagados.
- Las mujeres obtienen bonos que equivalen solamente al 71% de los bonos obtenidos por los hombres
- En lo que respecta a participación accionaria, obtienen sólo el 84% de lo obtenido por ellos. Esta brecha en opción de acciones explica en un 41% la brecha salarial de género total.
Para encontrar ejemplos no hace falta ir muy lejos. Mary Barra, quien fue nombrada la mujer más poderosa de los negocios por Fortune hace unas semanas, ganó en su primer año menos de la mitad que su predecesor. Su paquete de compensación a largo plazo sí será mayor, pero depende del valor que sostenga la compañía conforme pase el tiempo. Otro caso conocido y que tuvo un final menos feliz es el de Jill Abramson, exeditora ejecutiva del New York Times que fue despedida el año pasado, en parte por exigir tener el mismo salario que el hombre que estuvo antes en su puesto.
A pesar de que estos números se refieren únicamente a ejecutivas en Estados Unidos, pueden ayudar a comprender lo insidiosa y omnipresente que es la brecha salarial y por qué debe ser un punto reconocido por los programas de responsabilidad social de todas las compañías.