Ciudad de México.- Siento decirlo, pero probablemente seas mucho más crédulo de lo que crees que eres. Está bien, todo el mundo lo es. Incluso la gente más cínica, que rara vez son influenciados en una discusión, son mucho menos resistentes de lo que piensan – todos somos muy buenos para convencernos de casi cualquier cosa. Como dijo Matthew Hutson recientemente en Scientific American: «Nos decimos que somos más inteligentes, pero estamos demasiado ocupados para ayudar a un colega».
En los años setenta, el psicólogo Richard Trivers formuló una teoría de por qué estamos tan dispuestos a caer en nuestros propios argumentos: si podemos engañarnos a nosotros mismos, es más fácil engañar a los demás de una manera que nos convenga. Y ahora, por primera vez, una investigación lo respalda.
En el estudio, publicado en el Journal of Economic Psychology y destacado por Hutson en SciAm, Trivers y sus colegas se centraron en cómo las personas filtran la información que consumen con el fin de manipular sus propias creencias, el primer paso en el proceso que se perfiló hace más de 40 años. Los investigadores reclutaron alrededor de 300 personas para escribir un ensayo sobre un personaje llamado Mark, ya sea destrozándolo o exaltando sus virtudes, y les dijo a los participantes que serían recompensados por hacer sus argumentos lo más creíbles posible. Después de que los voluntarios recibieron sus instrucciones, llegaron a conocer «Mark» viendo videos de él en situaciones tanto buenas (reciclaje) como malas (peleas). Para un grupo, los videos fueron en orden de positivo a negativo, por lo que Mark comenzó como un santo y terminó como un idiota; para otro grupo, los escenarios fueron en la dirección opuesta.
Es importante destacar que a los participantes también se les dijo que podían dejar de ver en cualquier momento, tan pronto como tenían suficiente información para completar la tarea.
“Las personas que percibieron a Mark como agradable, dejó de mirar antes que los que vieron videos desagradables primero.” Con esto William von Hippel, un profesor de psicología de la Universidad de Queensland en Australia, explicó: “parece que intuitivamente entendemos que si podemos creer algo primero, será más fácil que los otros lo crean «.
En otras palabras nos engañamos para engañar mejor a otros.
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