Madrid, España.- ¿Sabías que palabras como culamen, descambia o toballa están aceptadas por la RAE? En este artículo te revelamos algunas de las palabras más raras aceptadas por la Real Academia de la Lengua española.
Las decisiones del órgano rector de la lengua castellana, muy criticado por diversos sectores por su inmovilismo, nuevos usos y costumbres sociales determinan la decisión del órgano rector de la lengua castellana de incluir estos términos en diccionario, siempre en constante movimiento para no descolgarse de la sociedad. También se han ganado su sitio hipervínculo, hacker, naturópata y serendipia.
Mucha tecnología y “spanglish”
Todas las palabras anteriores aceptadas por la RAE pertenecen a la tanda de modificaciones realizadas en los últimos años, y que ya se podían consultar en la versión digital junto con otros términos que la Academia ha admitido por su fuerte implantación social: tuitear, bloguero, chat, friki, espanglish, SMS y tableta electrónica.
Mientras que en el pasado surgieron términos como béisbol, jipi, jogging, lifting, kétchup, lunch, pantis, reporte, spray o güisqui, de la esfera latinoamericana han procedido palabras tan comunes como zoquete, colibrí, petate, papa, cacique, tomate, tabaco o macuto.
La Academia suele tomarse su tiempo para comprobar que las palabras nuevas que van surgiendo están consolidadas. Así, la última edición del Diccionario de la Real Academia Española, incorpora palabras como amigovio o papichulo (ver para creer), mientras que relega a otras al ostracismo por no emplearse desde hace siglos y provenir del período medieval.
Palabras raras o curiosas aceptadas por la RAE
Palabro: Aunque te parezca de uso totalmente coloquial, la RAE acepta este término para aludir a una “palabra mal dicha o estrambótica”.
Almóndiga: No, no es una broma aunque lo parezca. Aunque el diccionario apunta a que es un vulgarismo y que se encuentra en desuso, almóndiga tiene su presencia en la RAE. ¿Pronto veremos “cocretas” incluido en el menú linguístico de la Academia?
Apechusques: Esta palabra se emplea en regiones como Castilla la Mancha, Andalucía y Murcia para referirse a los trastos, utensilios o cachivaches. También en la comarca de La Manchuela, se emplea para referirse a una “enfermedad repentina de la cual no se sabe muy bien la causa”.
Jonrón: ¿No te suena de nada ni la has escuchado en la vida? Se trata de la adaptación del neologismo “home run”, aunque en España no tiene prácticamente uso, al contrario que en países donde cala hondo el béisbol, como Venezuela o Cuba.
Culamen: Por si no hubiese suficientes sinónimos de nuestras posaderas, tanto culamen como pompis son recogidos en el Diccionario.
Abracadabrante: ¡Abracadabra, pata de cabra! Si eres entusiasta de los vocablos alusivos al mundo de la magia, abracadabrante es útil para describir algo desconcertante o sorprendente de una forma peculiar.
Otubre: También en desuso pero aprobada de todos modos, tanto este mes como otros vulgarismos como “conceto” son recogidos como palabra rara aceptada por la RAE.
Descambiar: Suena a palabra inventada, pero es correcto. Según el DRAE, es sinónimo de destrocar o deshacer el trueque o cambio. Su uso es frecuente en la lengua coloquial, con el sentido de “devolver una compra”. El Diccionario Panhispánico de Dudas explica que “en definitiva, se trata de deshacer un cambio previo realizado en el momento de la adquisición, al entregar dinero a cambio del artículo.
Uebos: No es un sinónimo de testículos ni pueden comerse fritos y con patatas. Este vocablo procede del latín opus, y el DRAE lo define como “necesidad, cosa necesaria”. Precisamente, la expresión “Manda huevos” procede de ‘¡Mandat opus!’, es decir, ‘¡La necesidad obliga!’. Lo correcto sería sin h y con b.
Arremanagarse: Esta palabra también es válida con “a”, aunque remangarse está más extendida. Por el contrario, vulgarismos como “arrascarse” no están permitidos.
Norabuena y ño: El primero es tan correcto como enhorabuena y ño significa apócope de señor, una interjección muy recurrente en Canarias, especialmente en plural: “¡Ños!”. De hecho, hasta un supermercado lanzó una campaña cuyo eslogan rezaba”¡Ño! ¡Qué precios!”.
Toballa: Parece un niño saliendo de la ducha y pidiendo su tela de felpa para secarse, pero según la RAE, está bien pronunciado. Toballa es, directamente, el sinónimo de toalla.
Albericoque: La famosa fruta también puede denominarse así, a pesar de que ni “mondarina” ni “molocotón” hayan aterrizado en la RAE.
Bluyín y yin: ¿Te los has comprado en las rebajas? La RAE ha aceptado en su diccionario estas dos palabras, que describen pantalones vaqueros adaptando la grafía de la pronunciación al español: en vez de “blue jeans”, bluyíns.
Chapuzar: Muy usada en la zona del levante sur de España, este vocablo hunde sus raíces etimológicas en el latín, sumando caput (cabeza) y *putere (sumergir). Por tanto, significa sumergir la cabeza en el agua. Su sustantivo es chapuzón. También pueden emplearse “capuzar” y “capuzón”.
Papahuevos: Sinónimo de paaontas, bobalicón o pazguato, aunque parezca un adjetivo digno de los tebeos de Ibáñez.
Agilíbus o agibílibus: Este término rocambolesco que puede antojarse similar a un trabalenguas alude al ingenio y a la picaresca habilidosa para ganarse la vida.
Zangolototear: Este verbo, cuyo adjetivo es zangolotino, hace referencia a un movimiento continuo y violento, de una parte a otra sin concierto ni propósito. Por ejemplo, un niño zangolotino, tal y como recoge el DRAE, es el “muchacho que quiere o a quien se quiere hacer pasar por niño”.
Fuente: TICbeat