Ciudad de México.- Javier Aguirre (Ciudad de México, 1958) pasa sus últimos días en Madrid, en una casa llena de cajas y maletas. En poco tiempo estará viajando al Oriente Medio, donde dirigirá al Al -Wahda, de Abu Dhabi, un equipo cuatro veces campeón en la Liga Árabe del Golfo y participante del Mundial de Clubes 2010. Tuvo la opción de ir a Grecia o de quedarse en España, pero no encontró garantías económicas de los clubes que lo buscaron.
“También tuve chance de ir a México”, refiere, en conversación telefónica con Excélsior; “pero allá quiero volver en otra faceta. Como entrenador ya cumplí mi ciclo. Hoy hay gente joven muy fuerte y bien preparada, superior a mí. Prefiero ir en otro cargo”.
¿Esa oportunidad de volver se la ofreció el América?
No, no tuve ningún acercamiento con ellos. Fue más bien con otros equipos. Te diría que casi cada año, durante los últimos 10, he tenido al menos una opción de regresar. Y seguramente lo haré, pero por ahora quiero agotar todos mis recursos por acá.
¿La pasión se agota con el paso de los años?
Es difícil, porque naces con ella. Yo recuerdo que de chiquito, en la colonia Lindavista, aprendes en la calle a jugar futbol, a echar paredes, a poner tu suéter de portería o sortear coches. ¿Qué me dices de los goles de coladera a coladera o la ayuda de la banqueta? Eso ya lo llevas para toda la vida. Luego juegas en tu escuela y de ahí, con suerte, te vuelves profesional. Ya cuando no te dan las facultades físicas, sigues vinculado a través del entrenamiento con profesores y así hasta dar con otra faceta. Cuando yo esté obsoleto, pasaré a una oficina, seguramente. O a transmitir experiencias en los medios, no lo sé. Esa pasión seguirá conmigo hasta que el cuerpo aguante.
¿En el futbol actual la enseñanza sigue siendo una meta asequible en los jóvenes?
Sin lugar a dudas. Enseñas y aprendes de los jugadores. Lo acabo de vivir en Japón. Estuve seis meses y aprendí cosas maravillosas de todos ellos. Para ello tienes que estar dispuesto, mantener la mente abierta en el campo de entrenamiento y escuchar, siempre atento. Hoy es otra juventud a la que uno se dirige. En mi época no existía toda la tecnología actual ni este modo de comunicarse tan rápido. Teníamos otras inquietudes los jóvenes futbolistas de los 70 y principios de los 80. A mí me ayuda que tengo tres hijos varones, de 27, 25 y 19, y de alguna manera tengo en casa ese tipo de problema. Por eso, ya cuando vas al entrenamiento, con chavos de la edad de los tuyos, conoces más o menos su lenguaje y te adaptas a ellos.