Estados Unidos.- En la portada de uno de los primeros discos del legendario cuarteto de Ornette Coleman, gran libertador del jazz y extraordinario saxofonista alto fallecido hoy de un paro cardiaco en Manhattan a los 85 años, los miembros de aquel grupo irrepetible, que completaban Don Cherry, Ed Blackwell y Charlie Haden, miran a cámara con ademán desafiante bajo un título rotundo: This is Our Music. Aquella era su propuesta y solo quedaban dos opciones: embarcarse en la revolución estética o dejar pasar el tren del progreso.
Han pasado 54 años y aquella música suya, convulsa y perturbadora, suena ya con el tranquilizador aroma de los clásicos. Pero aún hace justicia en el día de la desalentadora desaparición del último superviviente de aquel conjunto sin piano a la segunda composición del álbum: Beauty is a Rare Thing. La belleza fue, hasta el mismo día de la muerte de uno de los grandes músicos del siglo XX, un asunto raro en manos de Coleman, como ejemplifica bien su temprana Lonely Woman, una de las canciones más tristes y bonitas del mundo.
Dos años antes de aquella rotunda declaración de principios, cuando los conservadores cincuenta tocaban a su fin, el saxofonista había sacudido los cimientos del edificio del jazz tradicional con la ayuda de Cherry (1936-1995) en discos como Something Else!!!! (¡con cuatro exclamaciones!) o Tomorrow is the Question. Iconoclasta trompetista, Cherry, otro de los grandes del género, fue el inseparable amigo que remó en la misma dirección desde sus primeras correrías en los garitos de Central Avenue, en Los Ángeles, donde la pareja probó pronto la amargura de la incomprensión, de acuerdo a El País.



