Expok es una empresa especializada en comunicación de RSE y sustentabilidad. María José Evia Herrero, autora de esta columna, es coordinadora de contenidos de ExpokNews, además de escribir en diversos medios sobre equidad de género, diversidad y literatura.
Cuando nos preguntamos por qué las mujeres ocupan muy pocos puestos de alta dirección en las compañías, una respuesta muy común es argüir que ellas “no son tan ambiciosas” como los hombres. Pero la falta de ambición puede ser solo un síntoma, no la razón detrás de este rezago.
En un artículo que toca este tema, Harvard Business Review menciona que recientemente se hizo un estudio entre mil hombres y mujeres estadounidenses que trabajaban compañías de ese país. Como parte de la investigación se les preguntó: “¿aspiras a ser un alto ejecutivo en una empresa grande” y “¿tienes confianza en que podrías llegar a la alta dirección?”
Las mujeres con dos años o menos de experiencia fueron ligeramente más ambiciosas que los hombres, pero aquellas que llevaban más de dos años trabajando la aspiración y la confianza bajaron un 50 y 50%, respectivamente. Para los hombres, el bajón fue de solo 10%. Este cambio no estuvo relacionado con el estado civil de las participantes ni con si tenían hijos o no. Por lo tanto, se puede concluir que tiene que ver con las realidades laborales.
Al hacerle la misma pregunta a gerentes en mejores puestos, los números mejoraron un poco, pero las mujeres nunca recobraron el nivel de aspiración de aquellas que están comenzando su carrera: el porcentaje de hombres experimentados que creen que pueden llegar a la alta dirección es casi el doble que el de mujeres que creen lo mismo.
¿Por qué sucede esto? Según el estudio, una de las razones es que las mujeres escuchan y ven las historias de éxito de altos ejecutivos y no creen que encajen en esos estereotipos de estilo de trabajo.
La otra razón es que los gerentes y jefes no conocen ni discuten con sus subalternas sus planes o aspiraciones profesionales. Incluso, hay casos en los que directamente las desaniman con frases como “en realidad no quieres eso” o “no estás hecha para llegar tan alto.”
Esta investigación demuestra que las empresas pueden hacer un mejor trabajo conociendo cuáles son los obstáculos y las percepciones de sus colaboradoras para así asegurar una mayor paridad de género a largo plazo.