MÉXICO.- Al menos 250 niños viajan en la caravana migrante que salió el pasado sábado 23 de octubre de Chiapas con rumbo a la Ciudad de México.
“Hay de diferente nacionalidad, es la primera caravana de mucha globalización internacional de migrantes”, indicó Benigno Maldonado, director Protección Civil Huehuetán.
“Estoy cansada. Vení caminando…No, con mi papá, con mi mamá, dijo Valery, 4 años de edad, hija de migrantes hondureños.
Los niños de padres migrantes viven así esta travesía: no tienen juguetes, viajan con poca ropa, y no tienen camas dónde descansar o mesas para comer. No saben dónde están, dónde van o dónde dormirán, ni qué les espera.
“Todo esto les genera incertidumbre, les da temor, los niños llegan a padecer secuelas emocionales, posibles depresiones, ataques de ansiedad, crisis emocionales”, refirió Ana Luz Minera, doctora en Antropología Social Especialista en Niños Migrantes.
Aun de madrugada, adultos con bebés en brazos y niños comenzaron a caminar hacia Huixtla, a 18 kilómetros de Huehuetán.
“Cansado, pero por mis bebes hago lo imposible, de cargarlos hasta donde podamos, hasta donde lleguemos”, refirió Mauricio, migrante salvadoreño.
Cargando una bolsa de plástico en la espalda y sus dos bebés de 2 años y 9 meses, Mauricio y su esposa, Elizabeth, caminaron en la vanguardia de la caravana.
Tras recorrer 5 kilómetros con temperaturas cercanas a los 40 grados centígrados, la caravana hizo una pausa para descansar.
Agotados e insolados, buscaron donde recostarse, algunos sobre un cartón, una bolsa de plástico o sobre hojas de algunas plantas.
“Ya no aguantábamos ya, estaba fuerte el sol, nomás que venimos cargando los niños, me siento agotado y nos hace falta todavía bastante de recorrer”, destacó Kevin Bonilla, migrante hondureño.
Durante el sábado y domingo los migrantes caminaron 25 kilómetros, el lunes caminaron 17.
Con información de Francisco Santa Anna