CIUDAD DE MÉXICO.- Estadísticas indican que el cerebro humano está preparado para enamorarse siete veces en la vida. Y para amar hasta dos o tres personas al mismo tiempo.
Enamoramiento. Para la gran mayoría del ser humano uno de los estados anímicos preferidos, pero para otros puede ser el peor.
«Trataban como de orillarme a que saliera con alguien o así, pero yo no puedo con eso. Para mí me provoca mucho malestar, a veces no puedo dormir, me da como miedo el simple hecho de salir», contó una joven Filofóbica, es decir, que teme relacionarse sentimentalmente.
Lo contable para ella es su edad: 28 años. Pero lo incalculable es la ansiedad y el nerviosismo que le produce una cita amorosa.
«Me da mucha ansiedad. O sea, si alguien se me acerca para… o sea, a veces simplemente para platicar y que es alguien desconocido pues me da como mucha ansiedad y muchos nervios. Entonces normalmente lo que hago es alejarme o evado inmediatamente a la persona», dijo.
Desde hace ocho años no ha tenido una cita amorosa, mucho menos una relación de noviazgo, simplemente no la concibe.
«Después de mi última relación yo me aleje como de mis amigos, de mi vida social porque sí terminé muy mal. Entonces, me dejó de interesar salir con gente y conocer personas».
Se trata de la filofobia, un transtorno mental recientemente caracterizado que impide a las personas relacionarse sentimentalmente con alguien o enamorarse.
Esta fobia afecta principalmente a personas de entre los 20 y 30 años de edad, pero se relaciona más en mujeres que en hombres, debido a su organización cerebral y a que generan mayor liberación de dopamina.
Pero qué pasa cuando el pánico se vuelve hacia la otra cara de la moneda, es decir, a ser solteros y vivir constantemente enamorados.
Se trata de la anuptafobia, la cual ocasiona que la búsqueda de la pareja y la vida con un compañero ocupe el lugar más importante de la vida de quienes la padecen.
De amor y desamor, se trata entonces ¿de educar al corazón o al cerebro?
Sobre cómo procesa el cerebro tanto al amor como al desamor, habla Eduardo Calixto, neurobiólogo.
Con información de Noticieros Televisa