MUNDO.- La NASA cumplió un importante peldaño en su meta de volver a enviar astronautas a la superficie lunar tras el exitoso cierre el domingo de la misión no tripulada Artemis I, la primera de un programa espacial con el que la agencia estadounidense pone la vista en el satélite, Marte y «el espacio profundo».
«El más reciente capítulo del viaje de la NASA a la Luna llega a su fin. Orión, de vuelta en la Tierra», señaló Rob Navias, del Centro Espacial Johnson de la NASA, sobre las 11.40 hora local del domingo, hora del centro de EE.UU. (17.40 GMT), mientras la transmisión de la agencia espacial estadounidense mostraba a la nave Orión recién llegada a aguas del Océano Pacífico.
Cerca de la isla Guadalupe, a unas 200 millas (320 km.) al oeste de Baja California (México), concluía así el último tramo de esta misión de 25 días y casi once horas, en los que, tras despegar el 16 de noviembre desde el Centro Espacial Kennedy de Florida, propulsado por el poderoso cohete SLS, cubrió sin mayores incidentes un total de 1,4 millones de millas (2,2 millones de kilómetros) de trayecto.
«Es histórico, porque ahora estamos volviendo al espacio, al espacio profundo, con una nueva generación», manifestó el Administrador de la NASA, Bill Nelson, en declaraciones a la agencia espacial pocos minutos después de la vuelta de la nave.
«Somos aventureros, somos exploradores, siempre tenemos una frontera y esa frontera ahora es seguir explorando los cielos», agregó Nelson, tras aludir que la conclusión de la Artemis I marca el inicio de una nueva etapa de la exploración espacial de EE.UU. y sus socios internacionales, con el apoyo de nueva tecnología.
UN REGRESO A 2.800 GRADOS CELSIUS
La Orión alcanzó la atmósfera terrestre con una velocidad de 25.000 millas por hora (40.000 km/h), equivalente a 32 veces la velocidad del sonido, y poco después de haberse separado del Módulo de Servicio, construido por la Agencia Espacial Europea (ESA) y con la que circunnavegó la Luna.
Mientras iniciaba el proceso de entrada, la nave de 22.000 libras de peso (poco más de 9.900 kilos) y unos cinco metros de diámetro (16,5 pies) experimentó unos 5.000 grados Fahrenheit (2.800 grados celsius), la mitad de la temperatura en el Sol, protegido por un escudo térmico que ha tenido su puesta de largo en esta misión.
No hay instalaciones en el planeta donde poner a prueba un escudo de esas características y con esa nueva tecnología, según explicó días atrás el gerente de la misión Artemis I, Mike Sarafin.
A su llegada a aguas del Pacifico, apoyada por once paracaídas que se abrieron de forma progresiva cuando la nave descendía a 325 millas por hora (52 km/h), el equipo de recuperación a bordo del buque de la Marina de EE.UU. USS Portland, debió esperar unas dos horas antes de remolcar la nave.
En ese tiempo, la NASA recogió información sobre cómo impactaron en la Orión las altas temperaturas que experimentó durante el reingreso y si es que tuvo efectos en la temperatura de la cabina de la tripulación, ahora solo ocupada por maniquíes.
La nave cayó en las inmediaciones de la isla Guadalupe, frente a las costas de la californiana San Diego (EE.UU.).
MISIÓN EXITOSA
El retorno de la Orión cierra de forma exitosa una histórica misión que logró metas adicionales, pero especialmente hitos relevantes de cara al futuro del programa Artemis con el que la NASA se quiere adentrar al «espacio profundo» a través de viajes tripulados.
Uno de ellos fue cuando a fines del pasado mes la cápsula se colocó a una distancia de 434.522 kilómetros (casi 270.000 millas) de la Tierra mientras daba una media vuelta alrededor de la Luna en una «órbita retrogada distante», es decir en dirección opuesta en la que el satélite orbita la Tierra.
Esa distancia, alcanzada mientras la Orión se ubicaba a 40.000 millas (64.000 kilómetros) más allá del lado oculto de la Luna, es la máxima lograda por una nave espacial diseñada para transportar humanos y superior al récord que logró en 1970 la misión Apolo 13.
En el transcurso de esta misión los ingenieros de la NASA perdieron contacto con la nave de forma inesperada por casi una hora, por razones que aún son motivo de análisis, pero que los ingenieros de la de la misión califican problema menor y que no resta méritos al rotundo éxito con el que concluye el trayecto.
De forma simbólica, la misión Artemis I finaliza 50 años después del último alunizaje humano, ocurrido en 1972 con el programa Apolo, que en total logró que el hombre pusiera el pie sobre la superficie lunar en seis misiones, en la última de las cuales, la Apolo 17, se hicieron tres caminatas lunares.
Los planes de la NASA son enviar la misión tripulada Artemis II en 2024, durante la cual haría un trayecto similar a la que concluye, pero sin alunizar, y al año siguiente la Artemis III, en la que los astronautas, entre ellos una mujer y un hombre de color, finalmente tocarían el suelo del satélite por primera vez desde 1972.
«Sabíamos que íbamos a regresar a la Luna, pero solo para continuar explorando hacia el cosmos», explicó el domingo Nelson.
Con información de EFE