MÉXICO.- Tras cinco meses del asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas, el 20 de junio pasado, en Cerocahui, municipio de Urique en Chihuahua, no llegó tanta gente como se esperaba a la fiesta patronal de la Iglesia de San Francisco Javier, patrono del templo de Cerocahui.
“Hoy era un día importante, donde 26 años estuvo el Padre Gallo aquí y ahora no estuvo. Es lo que me da tristeza, pobrecito (…) ni modo (…) me siento bien triste”, dijo Emilio, habitante de Urique.
“Se siente triste porque no están los padres”, comentó Teresa, rarámuri.
“Se reunía mucha gente, a esta hora ya había mucha, mucha gente, de muchos lugares venían aquí a las fiestas, de diferentes comunidades”, señaló Flor Silvestre Salmerón, habitante Cerocahui.
“El caso que pasó, verdad, ya la gente… da miedo venir… muy poca gente se ve ahorita”, indicó Patricio Cornelio, rarámuri.
Feligreses de la Iglesia de San Francisco Javier aseguran que cientos de indígenas rarámuris y tarahumaras caminaban kilómetros desde sus comunidades durante horas para llegar al festejo de Cerocahui.
“Ahorita se ve totalmente vacío, vacío totalmente. ¿Por qué será? Supongo que todos nos imaginamos que por el hecho de… pues eso… ¿De los Padres? Sí, por eso. ¿Tienen temor? Pues supongo que muchas personas sí… mucho (…) da temor, sí da miedo, sí está uno con el pendiente. ¿Cómo es vivir en tu comunidad? Vive uno con miedo, con temor”, dijo Elsi García, rarámuri.
Aseguran que con su música llenaban el atrio, los jardines del templo y las calles que delimitan la iglesia, bailando desde la tarde del viernes 2 de diciembre hasta el amanecer del sábado 3 de diciembre. Ahora, solo 80 rarámuris escucharon misa a las 7 de la noche.
“Hay todavía en nuestro país mucha violencia (…) y aquí en nuestro pueblo, todavía tenemos que caminar con esto que pasó con tristeza / todavía no se hacen falta los padres y todavía no haces falta que haya mucha paz”, dijo un sacerdote.
Al terminar la misa iniciaron un ritual en las tumbas de los padres Gallo y Morita.
“Están saludando a los padres”, comentó Feliciana, rarámuri.
Pedro Cleto caminó con su esposa y su pequeño hijo, tres kilómetros en cuatro horas en la sierra Tarahumara para llegar a Cerocahui.
“Antes había mucha gente y ahora se mira muy poco (…) no hay por qué piensan que va a pasar lo mismo (…) tenían miedo de que sucediera lo mismo”, dijo Pedro Cleto, rarámuri.
Tras el ritual, Cleto, su familia y otros rarámuris regresaron a la iglesia y no pararon de bailar durante la noche y madrugada.
“¿No tiene sueño? Sí (…) ¿Se va a regresar a su pueblo hoy? Sí. ¿Caminando? Sí (…) dos horas”, comentó María Verónica, rarámuri.
Bailaron la danza del venado, del conejo, del toro y del becerro, entre otras.
Al amanecer, los rarámuris se retiraron mientras habitantes de Cerocahui se preparaban para hacer actividades de las fiestas patronales.
Desde el triple homicidio, en Cerocahui fue instalada una base de operaciones mixtas de fuerzas federales.
Con información de N+ / Francisco Santa Anna