MUNDO.- El coche de Yosuke Takahata no es convencional: su carrocería está decorada con dibujos de una chica voluptuosa y larga melena, un personaje de anime. Esta práctica, antes considerada avergonzante, gana adeptos en Japón.
Este vendedor de autos de 31 años forma parte de una comunidad masculina de japoneses que puede gastarse el equivalente a varios miles de dólares para personalizar sus vehículos con imágenes de sus cómics favoritos.
Estos coches, motocicletas o caravanas se llaman «itasha», una palabra que puede traducirse aproximadamente como «coche avergonzante» y que refleja la pobre reputación de esta moda que nació en el país en los años 2000.
Pero las mentalidades han evolucionado y los anime, el manga o los videojuegos, antaño consideradas como subculturas, gozan ahora de mayor reconocimiento en la sociedad japonesa.
Para decorar su lujoso Jaguar XJ, Takahata se decantó por Daiwa Scarlet, un personaje de la franquicia «Uma Musume Pretty Derby», en la que caballos de carreras se convierten en esbeltas chicas.
«Es el personaje que me gusta y eso es todo lo que importa», dice Takahata, quien afirma que si se preocupara por los chismes, «no podría conducir a ninguna parte».
«Es una extensión en la práctica de tener la imagen de un personaje en su teléfono», según Shota Sato, otro vendedor de coches de 26 años, también aficionado a esta práctica.
«Itasha Tengoku», el gran encuentro anual de este género en Tokio, reúne hasta un millar de vehículos decorados con este estilo, a medio camino entre el «cosplay» (disfrazarse de personajes de la cultura anime) y el tuneado.
Muchos propietarios de vehículos expuestos llevaron la coquetería más allá de la carrocería, con las ruedas, los motores y el interior también decorados con el estilo anime.
El organizador del evento, Kenichi Kawahara, que publica una revista dedicada a este fenómeno, explica que esta cultura se desarrolló de forma natural entre los jóvenes, hombres «en más del 99%», apasionados de los coches y el anime.
Pero esta pasión no sale gratis: hay que contar con hasta un millón de yenes (cerca de 7.500 dólares) para una decoración «itasha» completa.
Algunos ahorran un poco enganchando ellos mismos los vinilos, pero la mayoría confía la tarea a una tienda especializada.
Naoya Imai dirige uno de estos negocios en Tokio y muchos de sus clientes son propietarios de «itasha». Él crea el diseño de acuerdo con el propietario, lo imprime en vinilo adhesivo y lo aplica sobre el vehículo.
Alinear las letras y otros detalles convierten esto en un proceso minucioso que puede llegar a tomar hasta diez días. Según Imai, enganchar el personaje a la carrocería no es suficiente, hace falta cierto sentido del diseño para crear el ambiente perfecto.
El mayor reconocimiento a esta cultura hace que hoy cada vez más propietarios «quieran destacar» todavía más e intenten que incluso los completos desconocidos admiren sus vehículos, dice Imai.
Ver el producto final puede resultar emotivo para propietarios como Ryosuke Nakano, de 29 años, que confió su Nissan Skyline a la tienda de Imai para una decoración completa de la carrocería.
Él ya había enganchado autoadhesivos «itasha» más discretos en la parte trasera del coche, pero nada comparable con el trabajo de Imai que le colocó enromes personajes de la serie de animación «Lycoris Recoil» en el morro y los laterales.
«Tengo un poco de miedo a la reacción de la gente cuando vea esto», admite Nakano a la AFP. «Pero me da igual. Es lo que me gusta».
Con información de AFP