MÉXICO.- Tristes, pero a la vez contentos por haber podido convivir con ellos dos días, los habitantes de Mixquic dijeron hasta pronto a las almas de sus seres queridos.
“Cuando las campanas suenan (…) hay que hacer una oración, hay que despedirlos y decirles que el próximo año, primeramente, Dios, estaremos aquí para esperarlos”, comentó Verónica, habitante San Andrés Mixquic.
Durante toda la noche y hasta el amanecer, herederos de la tradición del culto a la muerte, dos grupos de danza azteca, con familias completas ataviadas con motivos prehispánicos, no pararon de bailar en honor a sus muertos.
“Todos tenemos parte de esta está maravillosa cultura y tradición”, dijo Salvador Nieves Xilocóatl, danzante azteca, papá de Ixcóatl.
“A mí sí me gusta la danza, desde pequeño lo hice. Pero… ¡estás pequeño todavía!… Ah no, pero desde cuando aprendí a caminar para arriba (…) también tengo amigos y también danzan”, comentó Dante Ixcóatl Nieves Hernández, danzante azteca, 10 años de edad.
“Esto es lo que me gusta y esta es mi raíz”, dijo Paola Hernández Sánchez, mamá de Ixcoatl.
Al amanecer, los habitantes de Mixquic se apresuraron a limpiar y embellecer sus tumbas y al terminar, regresaron a sus casas para hacer comida para las almas de sus seres queridos, mientras los turistas admiraban el panteón.
“Ya no falte tu mixmole, tu atole, tus tamales, tus tlapiques, tu pulque, tu veladora que no falte nada, y el cempasúchil, esa flor que tanto te gustaba”, señaló Gilberto Bernal Roque, habitante San Andrés Mixquic.
“Se hace una combinación místico-religiosa, recordando a nuestros muertos desde épocas ancestrales (…) esto se hace un espectáculo, maravilloso”, dijo Gabriela Bernal, habitante Mixquic.
Justo al medio día, cómo lo marca la tradición, con el sonar de las campanas de la iglesia de San Andrés Apóstol, inició el regreso de las almas al más allá.
“Nostalgia, alegría, emoción, recuerdos (…) hay que hacer una oración, hay que despedirlos decirles que el próximo año primeramente Dios estaremos aquí nuevamente para esperarlos recordarle”, Verónica, habitante Mixquic.
Pocas horas después, al caer la tarde, los habitantes de Mixquic regresaron al panteón para encender miles de velas y con esto decirle hasta pronto a sus muertos, con la tradicional alumbrada.
En pocos minutos, el panteón de Mixquic se iluminó.
Miles de turistas nacionales y extranjeros hicieron fila para entrar al panteón donde los habitantes del pueblo velaban las tumbas de sus muertos.
Desde el aire, así se veía San Andrés Mixquic.
La alumbrada se prolongó.
Con información de N+ / Francisco Santa Anna