MUNDO.- Luego de que partidarios de Donald Trump irrumpieran violentamente en el Capitolio de Estados Unidos, el presidente electo, Joe Biden, denunció el jueves los repetidos ataques del mandatario a la democracia, sin comentar, sin embargo, los crecientes llamados a destituirlo de inmediato.
La toma del Capitolio fue «uno de los días más oscuros en la historia de nuestra nación», dijo Biden desde su bastión de Wilmington, a unos 200 kilómetros de Washington, que se recupera, bajo un sol de invierno, de una jornada de caos inimaginable.
El próximo presidente de Estados Unidos, cuya investidura será el 20 de enero, se dijo convencido de que si los que protestaban hubieran sido manifestantes antirracistas, como los del movimiento Black Lives Matter, habrían sido tratados «muy distinto».
«Todos sabemos que eso es cierto, y es inaceptable», afirmó, calificando de «terroristas» a quienes participaron en los incidentes.
En el Congreso, los principales dirigentes demócratas exhortaron al vicepresidente Mike Pence y al gabinete de Trump a invocar la 25ª Enmienda de la Constitución, declararlo «no apto» y sacarlo del poder, advirtiendo que, de lo contrario, el mandatario republicano sería sometido a un nuevo juicio político.
Destituir a Trump «es una urgencia de suma importancia», dijo la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, acusándolo directamente de un «intento de golpe» de Estado.
«Lo que pasó ayer en el Capitolio de Estados Unidos fue una insurrección contra Estados Unidos, incitada por el presidente», señaló por su parte antes, el líder de la minoría demócrata del Senado, Chuck Schumer.
«Este presidente no debería ocupar el cargo ni un día más», agregó Schumer, quien se encamina a convertirse en el jefe de la mayoría en la Cámara Alta tras el triunfo de dos demócratas en la segunda vuelta de las elecciones senatoriales de Georgia el martes.
Según algunos medios estadounidenses, miembros del gabinete discutieron la posibilidad de invocar la 25ª Enmienda el miércoles por la noche. El primer republicano en pronunciarse públicamente a favor de la destitución, el congresista Adam Kinzinger, llamó a dar este paso «por el bien» de la democracia estadounidense.
Trump ha «avivado las brasas» de la violencia, dijo. Historiadores dijeron que era la primera vez que se asaltaba el Capitolio desde 1814, cuando los británicos lo quemaron durante la guerra de 1812.
El Congreso, en una sesión de las dos Cámaras presidida por Pence, certificó la madrugada del jueves la victoria de Biden en las elecciones del 3 de noviembre, por 306 contra 232 votos del Colegio Electoral.
Como se esperaba, las objeciones de algunos republicanos no prosperaron. Y tras los incidentes, varios que habían dicho que las votarían cambiaron de opinión. Horas antes, la ratificación, que debía ser una mera formalidad, se había transformado en una «insurrección», «casi sedición», en palabras de Biden, cuando una multitud de simpatizantes de Trump invadió el Capitolio interrumpiendo los debates y sembrando el caos por varias horas.
Legisladores con máscaras antigás, policías desenfundando sus armas de fuego, manifestantes tomándose las oficinas de los congresistas: imágenes inimaginables en un país que se presenta como modelo democrático suscitaron consternación e indignación en todo el mundo.
Trump, bloqueado temporalmente por Twitter e «idenfinidamente» por Facebook, según anunció el jueves su director ejecutivo Mark Zuckerberg, aparece rezagado. Tras la certificación del Congreso, y después de una jornada desastrosa para su futuro político, admitió que su mandato está terminando.
«Aunque estoy totalmente en desacuerdo con el resultado de estas elecciones y los hechos me apoyan, habrá una transición en orden el 20 de enero», dijo en un breve comunicado.
«Esto representa el fin de uno de los mejores primeros mandatos presidenciales y es solo el inicio de nuestra lucha para devolver a Estados Unidos su grandeza», agregó, insinuando que podría volver a postularse en 2024. Horas antes, había difundido un video en el que pedía a los manifestantes «irse a casa», pero también insistió, sin pruebas, en que las elecciones habían sido «robadas».
En filas del Partido Republicano, y en el equipo cercano del presidente, el malestar es palpable. Esta tarde, la secretaria de Transporte, Elaine Chao, fue la primera integrante del gabinete en anunciar su dimisión.
«Esto me ha perturbado de tal forma que no puedo ignorarlo», dijo la esposa del líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell.
«No puedo quedarme aquí, no después de ayer», había dicho más temprano Mick Mulvaney, exjefe de gabinete Trump a CNBC al renunciar a su puesto de enviado especial en Irlanda del Norte.
Varios miembros del Consejo de Seguridad Nacional también anunciaron su salida. Un fuerte aliado de Trump en el Senado, el republicano Lindsey Graham, dijo en la noche que ya no podía seguir acompañándolo.
«Ya es suficiente», dijo.
Desde hace dos meses, Trump se niega a aceptar su derrota defendiendo tercamente teorías conspirativas. Muchos, como los expresidentes demócratas Barack Obama y Bill Clinton, consideraron que lo ocurrido en el Capitolio es la culminación de esa cruzada.
Es «un momento de deshonra y vergüenza» para Estados Unidos. «Pero no es una sorpresa», dijo Obama.
Internacionalmente, la sorpresa, la indignación y la condena fueron unánimes.
Alemania, España, Reino Unido y Francia pidieron que cesen los actos que «pisotean la democracia» y el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, insistió en que el resultado de los comicios debe «respetarse».
Los detractores y enemigos declarados de Trump también reaccionaron. El presidente iraní, Hasan Rohani, consideró que lo sucedido muestra lo «frágil y vulnerable» que es la democracia occidental.
El gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela estimó que Estados Unidos padece lo mismo que ha generado en otros países con sus políticas de agresión.
Con información de AFP / Foto: REUTERS/Kevin Lamarque