MÉXICO.- El licenciado José Ángel Medrano no tomaba alcohol, pero confiesa que su alimentación no era del todo saludable y tenía algo de sobrepeso.
Se sentía cansado, pero continuaba con su extenuante tren de vida hasta que un día no pudo más y el malestar lo obligó a ir al hospital donde comenzó a sentir un intenso dolor abdominal, entre otras desagradables manifestaciones.
«Tuve que pedir que se suspendiera mi trabajo para trasladarme al hospital. Me llevan con el doctor y me revisa el médico y me dice te quedas (…) Me alcanzo a percatar que le dice a mi hija ‘no la va a librar tu papá'», comentó José Ángel.
«Te soy sincera, yo pensé que yo no merecía ver morir a mi padre así porque pensé que estaba muriendo», dijo Jocelyn Medrano, hija de José Ángel.
Ese día, el Licenciado Medrano quedó internado en el hospital. Tras realizarle múltiples estudios, determinaron su diagnóstico.
«Resulta que el diagnóstico es que estoy cirrótico y le digo yo no tomo, no tomo. ¿Por qué? Y entonces me comentan las causas de por qué da el hígado graso», recordó Medrano.
Su vida dio un giro de 180 grados. Debió reducir sustancialmente su actividad laboral como abogado y someterse a un riguroso tratamiento que afecta incluso su carácter.
«Hoy cuento con un tratamiento muy ingrato, es mucha medicina, el daño es muy fuerte (…) Y en el caso de mi familia ellos han tenido que aprender a vivir y controlar, soportar, aguantar a un esposo, a un padre enfermo como si fuera un neurótico (…) Le puedo decir que es algo muy muy muy desagradable».
«Fue una enfermedad que cambió mi vida que inclusive lastimó mi relación con mi padre porque entras en negación, en que él tampoco quiere enfrentar a lo que se viene no es nada fácil», dijo Jocelyn.
Pocas personas saben lo que es el hígado graso, condición que afecta al 50 por ciento de las personas con sobrepeso y al 90 por ciento de aquellas que abusan del alcohol.
En entrevista con Paola Rojas, el doctor Aldo Torre Delgadillo, gastroenterólogo y hepatólogo, dijo que este padecimiento es asintomático.
«El paciente no busca atención, no hace un chequeo anual y por lo tanto no se entera porque los síntomas pasan hasta las fases más avanzadas que son el hígado cirrótico, donde los síntomas son más evidentes, pero se perdieron 30 años de no hacer nada».
Indicó que hay síntomas que sí se pueden percibir al inicio.
«Vagamente cansancio, alteraciones conductuales sutiles, pero prácticamente es una enfermedad asintomática. El entorno es más que nada voltear a ver qué tengo yo de base que me genera la grasa».
El especialista también habló sobre cómo hacer un diagnóstico temprano.
«De los 40 años hacia arriba, todas las personas por lo menos una vez al año tienen que tener un chequeo. Y un chequeo es algo tan sencillo como una biometría hemática, una química completa y un ultrasonido».
Agregó que la combinación grasa – alcohol es sumamente peligrosa.
«Tener alcohol con grasa que no se percibe es un efecto sinérgico en cuanto al daño hepático».
Con información de Noticieros Televisa