Ciudad de México.- Una joven salvadoreña de 17 años buscó refugio en el albergue Hermanos en el Camino, donde unos hombres ingresaron para ofrecerle empleo como mesera por las noches en un bar y así ganar dinero para continuar su camino a Estados Unidos. Tras aceptar el empleo, la joven no volvió al albergue; tiempo después regresó pidiendo ayuda. La retuvieron en el lugar donde se empleó y la obligaron a bailar frente a los clientes.
Historias como la de esta joven son las que recopila el libro Los migrantes del sur, en el que el sacerdote Alejandro Solalinde narra las dificultades a las que se enfrentan los migrantes centroamericanos en su camino hacia la Unión Americana, así como la inacción de las autoridades frente a esta problemática.
Para el sacerdote, las autoridades no tienen “voluntad política” para atender el fenómeno migratorio en la frontera sur del país, puesto que no atienden las violaciones a los derechos humanos cometidas contra los migrantes. Advirtió que el gobierno mexicano se ha limitado a incrementar la presencia de elementos policiacos en la zona, sin acercarse a quienes transitan por nuestro país en búsqueda de mejores oportunidades.
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La trata de personas, las desapariciones, los robos y el asedio de grupos del crimen organizado son problemas a los que los migrantes se enfrentan en su tránsito por México. En entrevista con EL UNIVERSAL, Solalinde destaca que la migración no tiene “reversa”, puesto que las condiciones económicas y sociales de sus países se han roto, por lo que no pueden regresar a sus sitios de origen y en su lugar continúan su camino hacia Estados Unidos.
¿Cómo ha sido la respuesta de México ante la migración en la frontera sur?
—La respuesta ha sido dispareja, el gobierno, no se cuenta con él, ha estado trabajando para Estados Unidos, se ha olvidado de sus hermanos del sur, de proyectos compartidos con América Latina y entonces no se puede contar con él, pero sí con organizaciones, con gente de buena voluntad. Creo que sí ha ido poco a poco prendiendo en la sociedad civil el interés por los migrantes, la solidaridad con ellos.
¿Qué falta para dar un mejor trato a los migrantes?
—Sería inútil decirles nada. Ya perdí la esperanza de que hagan algo, yo intenté muchas veces, fui a los niveles más altos, para sensibilizarlos, para hablarles. Fue inútil. Con Miguel Ángel Osorio Chong, en su calidad de secretario de Gobernación, me pasé casi una hora hablando de derechos humanos, de propuestas muy concretas con el Instituto Nacional de Migración, fue inútil todo, ellos tenían su plan policiaco, tenían en la mente el programa de la frontera sur. Fue algo horrible, ellos sabían lo que iba a ser. Se sabía que iban a policializar el Instituto Nacional de Migración, sabía que lo que hablara conmigo sería inútil, ya tenían su programa.
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¿Qué medidas deben adoptarse para tratar el problema de la migración?
—Este gobierno no tiene la voluntad política para hacer nada con él. Dudo mucho que dentro de la República mexicana haya alguien a quien le haga caso el gobierno. Hemos intentado atender el problema con casas del migrante, los albergues hemos intentado todo, ahí están las leyes, pero le dan la vuelta y aplican lo que ellos quieren.
Creo que la única instancia esperanzadora para este problema son los organismos internacionales para frenar los atropellos a los derechos humanos de los migrantes, por ejemplo, el Comité Internacional de Derechos Humanos de la ONU llamó a México para que presentara su tercer informe periódico universal el 13 de septiembre.
Este comité le hizo recomendaciones a México, reiteraciones de las recomendaciones incumplidas, este gobierno no le hace caso a nadie, desautoriza, descalifica las voces de la comunidad internacional. Algún día se va a tener que recriminar ese holocausto de las personas migrantes, los cientos y miles de migrantes desaparecidos, reducidos a unas cuantas cenizas, a huesos calcinados, algún día se va a tener que hacer una investigación seria, pero será tarde para que rindan cuentas a la comunidad internacional y al país.
Es una pena que los migrantes estén pasando por una situación tan difícil, vivimos un verdadero Holocausto, lo que está pasando con ellos tiene dimensiones que la gente no está viendo, pero la gente después se va a dar cuenta de la magnitud de este exterminio humano que ha sido el transito en México y también en el desierto de Arizona.
Lee la entrevista original y completa en El Universal