MÉXICO.- Nadie sabe dónde están los restos de Ángel Dorado Salinas, quien falleció a los 52 años, la madrugada del martes, en el Hospital General de México por “posible covid-19”.
Sin embargo, a su familia le entregaron otro cuerpo: el de un desconocido.
Teresa Padrón, su esposa, llegó hasta la colonia Doctores de Ciudad de México, con su dolor a cuestas y acompañada de al menos una decena de personas para exigir justicia. La viuda explicó que fue gracias al servicio funerario que contrató que se percató de la negligencia:
“La funeraria fue la que me avisó que no podía ver a mi esposo y que la caja iba a salir sellada del hospital. Acepté y le dije que estaba bien, pero que yo quería cerciorarme que el cuerpo en esa caja era de mi esposo”.
Antes de sellar el ataúd, el servicio le envió una fotografía y constató que el cadáver era el de un hombre de unos 50 años, aproximadamente, pero no, no era su esposo. “De no ser por la bendita funeraria, nos hubiéramos llevado a otra persona”, lamentó Teresa.
La salida del cuerpo de Ángel fue autorizada por el encargado de la oficina de cadáveres del Hospital General de México, Aarón Mota, como consta en el pase firmado y sellado el 21 de abril, al que MILENIO tuvo acceso, violando los lineamientos de manejo general y masivo de cadáveres por covid-19 en México.
Los lineamientos establecen el derecho de los familiares a ver el cuerpo de sus fallecidos, sin tocarlos, para lo cual se les tendría que proporcionar un equipo de protección personal.
“Deberán utilizar precauciones de contacto y gotas, supervisadas por personal de salud. Se les otorgarán los Equipos de Protección Personal y se dará la recomendación de no establecer contacto físico con el cadáver —no tocar ni besar el cuerpo— ni tener contacto con las superficies u otros objetos de su entorno que pudieran estar contaminados”, se lee en el documento.
A pesar de esta negligencia no hubo autoridad que recibiera a la familia de Ángel, quien luego de haber estado cinco días en el hospital nunca tuvo un diagnóstico certero. La familia asegura que el ingreso fue por insuficiencia renal y que un día después se les notificó que podría ser portador del virus que provoca el covid-19; sin embargo, hasta el día de su muerte nunca llegaron los resultados.
MILENIO buscó a las autoridades de la Secretaría de Salud federal y del Hospital General, pero hasta el cierre de esta edición no se obtuvo respuesta. Los familiares simplemente recibieron una llamada —que constató MILENIO— del doctor Gerardo Reséndiz, quien les pidió más tiempo, porque “es una situación que nos agarró desprevenidos. No es una situación típica”.
Los deudos se manifestarán hoy afuera de Palacio Nacional.
SE PROPAGAN LOS CASOS
En Iztapalapa, alcaldía de CDMX con más casos por contagio, las funerarias urgieron a los hospitales a dar mayor certidumbre a familiares de muertos por covid-19, a fin de que el cadáver sea identificado.
Javier Lozano, propietario de Funerales Lozano, indicó que la emergencia sanitaria está cambiando los “usos y costumbres de las familias para despedir a sus seres queridos. Hay quienes dudan si el cadáver es de su ser querido, porque no pueden verlo ni abrazarlo ni nada. Solo les queda confiar en los hospitales y los profesionales de la salud”.
Hizo un llamado a los familiares de los acaecidos a evitar concentraciones multitudinarias en los velorios, porque debido a la propagación del virus podría traer consecuencias mortales.
Ante ello, propone que sea en los mismos hospitales, donde “se le saque una foto al enfermo en cama y cuando fallece por covid-19, porque nos entregan el cuerpo amortajado y embolsado; ya no se están identificando en los hospitales, nos estamos guiando por las puras etiquetas”.
Con información y foto de Milenio