MÉXICO.- En marzo de 2019, la familia Irigoyen Sánchez anunció su proyecto «Soltando Amarras», un viaje en velero en el que Alejandro y Bernadette, junto a Alexa, Diego y Vital, sus hijos, buscarían recorrer el mundo en más de dos años para llevar un mensaje de paz y unidad a distintas culturas.
Y así lo hicieron.
En tres años y cuatro meses el «Aldivi» recorrió 30 mil millas náuticas y en medio de la pandemia, los cinco integrantes visitaron 30 países.
Es la primer familia mexicana en darle la vuelta al mundo en un velero.
Este viaje comenzó en marzo de 2019 y terminó el 9 de julio cuando llegaron al puerto de Veracruz.
Alejandro Irigoyen fue el capitán, Bernadette fue la primera oficial y profesora de los tres marineros: Alexa, Diego y Vital.
Debido a la pandemia por covid 19 varios países a los que llegaron cerraron sus fronteras, lo cual fue un impedimento para que pudieran conocerlos. En Egipto estuvieron varados por cuatro meses, donde tuvieron su confinamiento.
Alejandro y Bernadette dicen que una de las prioridades era que sus hijos conocieran la historia y cultura de cada lugar que visitaron.
Para la familia poblana esta fue una nueva forma de evolucionar y crecer personalmente. Además, dicen que este viaje continua.
En entrevista con Paola Rojas, hablaron sobre su experiencia.
«La verdad es que superó con creces todas las expectativas y venimos totalmente plenos y realizados y felices de haberlo logrado de esta manera, y sobre todo enteritos», dijo Alejandro.
«Me interesaba que mis hijos, de cada lugar, aprendieran algo. Llevamos una escuela a nuestra manera, pero estuvo muy bien», señaló Bernadette.
«Nos gustó mucho», comentó Alexa.
Alejandro comentó que uno de los momentos más complicados del viaje fue en Cerdeña, en Italia.
«Cuando llegamos a Cerdeña no nos habíamos dado cuenta que había una falla en el enrollado de la vela y empezó a aumentar el viento muchísimo. Intentando refugiarnos en una cala de Cerdeña viré el barco y de pronto el viento empezó a aumentar muchísimo y nos empezó a jalar hacia las piedras. No teníamos nada de control. Bajó el viento y nos dio oportunidad de enrollar la vela».
También hablaron sobre una densa neblina con la que se toparon en el Estrecho de Gibraltar.
«Nos tocó de pronto una neblina que estirábamos la mano y no veíamos. Y en ese momento se descompone el piloto automático y el capitán tiene que meterse a las máquinas a arreglarlo (…) y me deja al timón, pero al tener que apagar todos los aparatos dejamos de transmitir nuestra señal y quiere decir que ningún barco nos puede ver ni nosotros los barcos que se aproximan y estamos en un estrecho donde hay mucha navegación (…) fue un momento muy estresante».
«Estaba muy nervioso», comentó Diego.
La familia comentó que seguirá viajando por etapas.
Con información de N+ / «Al aire con Paola» / Said Ochoa