Ciudad de México.- Hoy 22 de agosto se cumplen 20 años de la muerte de Elena Garro y la dispersión de sus archivos complica el tejido de su biografía, coinciden Lucía Melgar y Rafael Cabrera, estudiosos de la escritora.
«Su vida abarca muchas décadas, muchas facetas y países», expone Cabrera, autor de Debo olvidar que existí: Retrato inédito de Elena Garro (Debate), investigación periodística que confirma dichos de la autora que incluso Octavio Paz -su ex esposo- había calificado de invención.
«Desde luego, es más complejo estudiar la obra o intentar hacer una biografía de una escritora como Garro, cuyos archivos están dispersos, pese a que ella los vendió a la Universidad de Princeton, o una parte de ellos; Helena Paz, su hija, vendió otra parte, y hay cosas que -se ha mencionado- tienen sus herederos», indica Melgar, editora, con Gabriela Mora, de Elena Garro: Lectura múltiple de una personalidad compleja (BUAP).
Hay además documentos repartidos en los archivos General de la Nación y el de Literatura Alemana, así como en los de Paz y de Adolfo Bioy Casares, entre otros, mencionan.
También Patricia Rosas Lopátegui, autora de El asesinato de Elena Garro, conserva documentos, según ella misma ha hecho público al presentarse como agente literaria de la autora de Los recuerdos del porvenir y de su hija.
El vigésimo aniversario luctuoso de Garro, que se recuerda este miércoles, coincide con la incertidumbre por el destino de los bienes de Paz, tras la muerte, el 26 de julio, de su heredera universal, Marie Jo Tramini, quien habría fallecido sin dejar testamento.
El acervo del Nobel, por ejemplo, debería contener las misivas de Garro, con quien estuvo casado 22 años.
«Debería haber cartas de los años 30 y 40, por lo menos; claro que la gente puede destruirlas, perderlas o lo que sea, pero debería haberlas, y también cartas de su hija Helena Paz, porque él tuvo una correspondencia importante con ella. Transcurrieron años en los que (los documentos del archivo del poeta) podían haber sido de acceso público, pero por una decisión personal, muy respetable, de su heredera en su momento (Tramini) se mantuvieron cerrados. Entonces eso ha dificultado la investigación sobre Garro y Paz», añade Melgar.
«Además de que (la información sobre) Elena está dispersa en muchísimos archivos públicos y privados; hay cuadros y guiones perdidos. Aún falta mucho por reconstruir», apunta Cabrera, periodista que comenzó en la Universidad a estudiar a la autora, a quien le dedicó su tesis de licenciatura.
«Me di cuenta que era un personaje sobre el cual había muchos lugares comunes -loca, traidora, delatora (durante el movimiento estudiantil de 1968), esposa de Paz-, y lo menos abordado era su condición de autora.
«La versión de que ella sale huyendo de México para Estados Unidos termina siendo real. No es un invento, como dijo Paz. Al reportear, te das cuenta que hay gente y documentos que confirman su versión».
Garro relataba en una entrevista publicada en REFORMA: «¡Nos escapamos! Helena (Paz) tenía unos amigos, ‘niños bien’, y los fuimos a ver. Ellos tenían una empresa exportadora. Les dije que me tenía que ir de México. Me respondieron que escogiera el día para que ellos me mandaran en un coche hasta la frontera con Estados Unidos, pero no con mi nombre, sino con otro. Y 20 kilómetros antes de llegar a la frontera había unas patrullas de soldados entre los que había gente que los amigos de Helena conocían, y éstos les ‘dieron la orden’ de que nos dejaran pasar. Así fue, tomamos el coche y cuando llegamos se asomó un soldado y dijo: ‘La señorita Helenita Paz’. ‘Aquí estoy’, contestó ella. ‘Sigan, sigan, sigan’. Y nos fuimos corriendo hasta la frontera…» (REFORMA, 30/09/1996).
«El relato de su escapatoria a los Estados Unidos es un capítulo de una mala novela policiaca», respondió entonces Paz en una carta enviada a este diario. «¿En la frontera no había autoridades mexicanas y norteamericanas, aduanas y oficinas de migración? ¿Entraron en los Estados Unidos sin tener un visado?».
Se desconocen también las cartas que Garro envío al argentino Bioy Casares, con quien tuvo una relación y cuyo legado documental, junto al de su esposa, Silvina Ocampo, permanece en Buenos Aires sin acceso público.
«Todavía hay mucho que investigar, porque (la de Garro) es una obra muy amplia. Da para estudiarse más desde múltiples puntos de vista, y siguen algunas polémicas, como (la de su participación en) el 68», señala Melgar.
«El libro de Cabrera aclara muchas cosas, pero siguen habiendo posiciones que se parecen más a las que existían en los 70. La obra da para mucho, es muy rica y la gente joven la leerá de otra manera. Hay que leerla como una gran escritora y, en cuanto a su personaje público, ver las luces y sombras, pero verlas de una manera más objetiva. Por eso es importante conocer sus archivos y su correspondencia».
Con información de Reforma