Ciudad de México.- Nina Menocal nació en La Habana, Cuba, y a los 11 años de edad llegó a México para apropiarse del tiempo de los rubores, dormitar con el lila de los cerezos, sonreír a los fulgores del sol y cantar cada mañana una canción inédita a la vida.
Vive en una casona llena de luz donde la famosa Santa Bárbara, de la escultora cubana Rita Longas Aróstegui (1912– 2000), custodia el flanco izquierdo del pórtico. Árboles, retratos, madejas, tintas, espejos, agua cordial… Nina sonríe y unos colibríes se dispersan frente a sus ojos. La Habana resplandece en su mirada. Un olor a Cuba se acurruca en los rincones amparado por un aroma de contradanza criolla.
Nina Menocal es presidente de la Galería Nina Menocal, fundada en 1990, la cual se dedica a la promoción y exhibición de Arte Contemporáneo. Primer recinto que exhibió a nivel mundial creaciones de la ‘Generación de los años 80’ de artistas plásticos de la ‘Cuba Revolucionaria’.
El Dato: México visión de los ochenta es un libro escrito por Nina Menocal en 1981. Recopila 22 entrevistas a funcionarios públicos e intelectuales.
Los reconocidos José Bedia y Tomás Sánchez, por ejemplo, iniciaron su carrera bajo la empuje de Menocal. En 1991, auspició la histórica muestra 15 Artistas Cubanos, en la cual por vez primera exponen juntos pintores del exilio y de la Isla.
“Fui periodista y profesora de Historia. Gané en 1982 el Premio Nacional de Periodismo. Soy galerista y promotora de arte contemporáneo. He traído a México también arte ruso. Participante del segundo encuentro pictórico más importante después de Venecia: Bienal de La Habana. Cuando fui a Cuba a visitar la casa donde nací me metieron presa y, gracias a las gestiones de Carlos Rafael Rodríguez me soltaron. Soy mexicana y cubana. Amo mi trabajo.”, comentó para La Razón, quien es uno de los referentes más autorizados del Arte Contemporáneo latinoamericano.
¿Quiénes fueron los pintores cubanos que iniciaron con usted esta aventura?
Las primeras exposiciones que organicé de artistas cubanos en México en 1989, fueron la de Arturo Cuenca y la de Tomas Sánchez con reconocimiento de la crítica especializada y de los coleccionistas. Ahí empezó todo, no he podido parar.
¿Qué es para usted ser galerista?
Implica una responsabilidad. Exponer y promover arte, el buen arte, tiene una función social. Un galerista muestra el pulso de lo mejor que está sucediendo en el arte: hasta cierto punto, su labor es didáctica.
Su liderazgo fue determinante en la ayuda de los artistas plásticos a los damnificados por los sismos de septiembre pasado. ¿Cuál es su propuesta?
El artista tiene el deber de ayudar a los otros desde la proyección humana de su obra. La sociedad civil fue ejemplo en eso, por el humanismo demostrado. Llenemos de arte nuestro entorno. Que la gente vea belleza. Que los ojos se inunden de colores. Ésa es la propuesta. La cultura cierra heridas, y tiene la posibilidad de sanar.
¿Cómo ve usted la situación de la plástica en México?
Muy vital, con mucho arrojo. Se está haciendo un arte en México con muchos proyectos interesantes. La incorporación de artistas cubanos en el entorno mexicano ha enriquecido las propuestas. Pienso en Flavio Garciandía, Katiuska Saavedra, Eric Pérez, Patrick Peterson, Carlos Montes de Oca, Lidzie Alvisa… Por sólo mencionar algunos.
¿Parece que todos los caminos ‘llegan’ a Nina?
No soy quien para decirlo. Lo que sí puedo decir es que el trabajo realizado en estos años ha dado frutos. Se conocen en México a las nuevas generaciones de artistas plásticos cubanos. La galería que presido tiene un lugar destacado en México. Todo eso me satisface.
Con información de La Razón (entrevista de Carlos Olivares Baró)

