MÉXICO.- Los castigos corporales y otros tratos humillantes en contra de menores de edad, siguen siendo una constante; se estima que seis de cada 10 niños entre uno a 14 años de edad, han experimentado algún método disciplinario violento.
De acuerdo con los especialistas, los infantes expuestos a castigos corporales severos tienen menos probabilidades de tener un desarrollo adecuado, además, aumenta la posibilidad de que muestren comportamientos agresivos hacia otros.
Por ello, toma relevancia la decisión de los senadores, quienes aprobaron recientemente por unanimidad una iniciativa de ley para prohibir los castigos corporales como método correctivo para los niños.
La iniciativa propuesta por la legisladora de Morena, Nestora Salgado, busca reformar el artículo 44 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, en donde no se establecía de manera clara dicha prohibición; el dictamen está ahora en la Cámara de Diputados para su revisión.
La legislación en torno a este tema es distinta en cada estado de la República, por ejemplo, sólo en la Ciudad de México, Zacatecas y Durango se prevé algún castigo en caso de que ocurra este tipo de agresión.
En cambio, en 14 entidades se justifican este tipo de agresiones bajo el argumento de que los padres poseen el derecho a corregir a sus hijos.
El artículo 44 de dicha ley señala que: “Corresponde a quienes ejerzan la patria potestad, tutela o guarda y custodia de niñas, niños y adolescentes, la obligación primordial de proporcionar, dentro de sus posibilidades y medios económicos, las condiciones de vida suficientes para su sano desarrollo”.
Con la reforma aprobada, se anexa lo siguiente: “queda prohibido el uso del castigo corporal en todos los ámbitos, como método correctivo o disciplinario a niñas, niños o adolescentes”.
En entrevista con Paola Rojas, la psicóloga clínica especialista en niños y adolescentes, Julia Borbolla, habló sobre los efectos de los castigos físicos como correctivos.
«Vamos a lograr efectos inmediatos, eso sí, pero el niño no va a reflexionar, va a generar mucho coraje. Lo que sucede también es que el niño aprende ese método a su vez, y cuando es padre lo repite, de tal manera que hemos escalado el nivel de violencia en este país al grado de ser la primera causad de muerte (…) teneos niños azotados, niños quemados deliberadamente para que aprendan, para que no se les olvide. (…) El golpe es una represalia, no es una medida correctiva».
Sobre las consecuencias a largo plazo, la experta dijo:
«Además de que hay una transformación en el cerebro real, está detectado que los niños que han vivido violencia o simplemente visto violencia, tienen alteraciones en el lóbulo frontal. Además de eso es establecer un método de vida que nos llevamos al tráfico, que nos llevamos a la oficina, que nos llevamos a las relaciones de pareja, o sea, el efecto es normalizar la violencia y eso es gravísimo. Tenemos niños quemados con la plancha que te contestan ‘me porté mal’. Asumen que lo merecen».
Señaló que el objetivo sí es educar, pero de manera inteligente, «o sea necesitamos recursos más civilizados, verbales».
«Si tú faltaste al respeto tienes que pedir una disculpa, si tú ensuciaste tendrás que limpiar, eso le hace sentido a tu cabeza».
Borbolla agregó: «El tener una represalia ante una conducta no genera una educación».
Con información de «Al aire con Paola»