Ciudad de México.- La orden religiosa de los Legionarios de Cristo, marcada por las revelaciones de que su fundador Marcial Maciel abusó sexualmente de seminaristas y tuvo varios hijos, lidia ahora con un nuevo escándalo.
En una carta publicada ayer por la orden, el rector de su seminario diocesano en Roma, el sacerdote Óscar Turrión, confesó haberse enamorado de una mujer hace años durante un momento de inestabilidad en la orden. En ese tiempo tuvo un hijo con ella y hace unos meses nació una bebé.
En el comunicado la congregación dio una cronología de los hechos, también pidió “perdón” y solicitó oraciones.
El Aaron Smith, portavoz de la orden, declinó dar detalles sobre el caso por la privacidad de la familia. Confirmó que la mujer ya era mayor de edad cuando concibió al primer hijo de la pareja.
Turrión informó primero a la orden del nacimiento de su hija en marzo, cuando pidió una excedencia y se nombró un nuevo rector. En octubre reveló que había tenido un hijo “hace pocos años” con la misma mujer y anunció su intención de abandonar el sacerdocio.
La cronología
Turrión, de 49 años de edad, era el rector del Pontificio Colegio Internacional Maria Mater Eclesiae desde 2014. El centro es una residencia para seminaristas diocesanos que estudian en universidades eclesiásticas en Roma. En la actualidad residen allí 107 seminaristas, la mayoría de India, África y América Latina, por debajo de los 200 que llegó a tener hace pocos años.
El asunto es especialmente delicado por el carácter diocesano internacional del seminario: otros obispos confiaban a sus seminaristas a los Legionarios de Cristo para que les ofrecieran un entorno de integridad mientras completaban sus estudios.
En un comunicado, la orden dijo ser “consciente del impacto” que creaba el “ejemplo negativo” del caso de Turrión para los seminaristas y los fieles, por lo que aseguró estar comprometida a una renovación.
“El 27 de marzo de 2017 Óscar Turrión informó a los superiores que acababa de tener una hija, y pidió que se guardara reserva. Al conocer este hecho, los superiores procedieron a solicitar a la sede papal el nombramiento de un nuevo rector del seminario, que inició su mandato en agosto.
“Por su parte, Oscar solicitó permiso para vivir un tiempo fuera de comunidad para reflexionar y orar. Su superior mayor se lo concedió, a tenor del can. 665 del Código de Derecho Canónico, con la restricción de no ejercer el ministerio sacerdotal en público.
“El 5 de octubre, reconoció que tuvo otro hijo. Además, manifestó su intención de abandonar el ministerio sacerdotal y de solicitar la dispensa”, se detalla la cronología de la congregación.
También se informó que posteriormente el cardenal Sean O’Malley, presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, sostuvo en agosto que “si un sacerdote tiene un hijo, su obligación moral es dejar a un lado el ministerio y satisfacer las necesidades que puedan tener la madre y el niño”.
La carta
También se reveló la carta que redactó Turrión para confesar los sucesos: “Nunca pensé que tendría que ponerme a escribir palabras semejantes a éstas, pero siempre he vivido con la certeza de que la verdad debía guiar mi vida a cualquier costo. Siempre he vivido delante de Dios y es esto, precisamente, lo que me motiva a tocar un tema que ya es parte de mi historia y de mi vida pues son mis hechos y mis acciones.
“(…) Debido a ciertos hechos en la Congregación de los Legionarios de Cristo y a otros muchos en la Iglesia fui perdiendo lastre y me fui desilusionando, y en un discernimiento sopesado y tranquilo busqué lo que más convenía a mi vida. Fue en ese periodo cuando entré en contacto de nuevo con esta mujer y poco a poco me fui enamorando. De esa relación nació primero un hijo y hace unos meses una hija (…)Asumo mi responsabilidad y sin miedo ante el futuro…”
Antecedentes
El Vaticano intervino la orden en 2010 tras las revelaciones de que su fallecido fundador, Marcial Maciel, había abusado sexualmente de seminaristas y engendrado al menos tres hijos con dos mujeres. Se ordenó una reforma, pero el escándalo dañó la credibilidad de los Legionarios y empañó el legado de Juan Pablo II, quien había sido un gran defensor de Maciel.
Fuente: Milenio