Ciudad de México.- México tiene una epidemia de obesidad. De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), estima que para 2030, el 40% de los adultos mexicanos tendrá obesidad, principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas. En nuestro país, las enfermedades crónicas representan 7 de las 10 principales causas de muerte, las dos más relevantes son diabetes y enfermedades del corazón.
Según cifras del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el presupuesto de salud disminuyó más de 20% durante este sexenio. Las finanzas públicas y el sector salud están limitados para tratar a todos los pacientes afectados. Esto, detalla el IMCO, se refleja en:
- Cobertura insuficiente. Más de 16 millones de mexicanos carecen de algún tipo de protección financiera en salud.
- Desabasto de medicamentos. Solo el 61% de las personas con diabetes, hipertensión y dislipidemia que acudieron a los servicios estatales de salud (Sesa) salieron con todos los medicamentos.
- Largos tiempos de espera. En el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y en los Sesa, los tiempos de espera son 2.3 y 3 veces mayores que en el sector privado, respectivamente.
Gasto en enfermedades, condicionante de pobreza
El gasto de bolsillo que tienen las familias para solventar requerimientos de la atención de la salud (no incluye seguros médicos privados). México es el segundo país de la OCDE con el mayor porcentaje de gasto de bolsillo en salud y esto tiene implicaciones socioeconómicas trascendentales para el país.
Aunque el sector privado goza de mejor percepción, enfrenta retos que afectan al paciente.
1. Los pacientes no son el centro del sistema. No existe una instancia que busque empoderar a los pacientes: informe, asesore, proteja y defienda, solo existe una instancia de resolución de quejas: la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed).
2. Los pacientes no tienen indicadores para saber qué servicios son mejores. -La toma de decisiones se basa en anécdotas y recomendaciones en vez de datos objetivos y sistematizados, persevera la idea de “entre más caro, mejor” por lo que la decisión está topada por su capacidad de pago.
3. Los pacientes no saben si su médico se basa en evidencia científica. – Los médicos son vulnerables a enfrentar incentivos perversos. – Los pacientes carecen de parámetros en caso de sentirse sobremedicados o
sobrediagnosticados.
El gasto de bolsillo en enfermedades crónicas puede condicionar a una familia a caer en pobreza. Caso de la diabetes: en 2016, la prevalencia de diabetes diagnosticada fue equivalente a 6.7 millones de mexicanos, es decir, el 9% de la población.
Tener diabetes sin cobertura efectiva condiciona a una familia mexicana promedio a caer en pobreza. No hay forma de saber exactamente las condiciones de cada paciente, por lo que planteamos diversos escenarios:
• Si una familia promedio tuviera que pagar el 20% del tratamiento, su ingreso disponible anual caería a 101 mil pesos.
• Si una familia promedio tuviera que pagar el 60% del tratamiento, su ingreso disponible
anual caería a 48,000 pesos.
• Si una familia promedio tuviera que pagar el total del tratamiento, tendría que endeudarse y/o vender su patrimonio.
Con información de: Forbes