MÉXICO.- El penal de Topo Chico es un lugar lleno de historias, fugas, asesinatos, autogobierno y disputas entre el crimen organizado.
Era el año de 1943, en Monterrey, Nuevo León, fue inaugurado Topo Chico, un centro penitenciario que pretendía reformar hasta los criminales más peligrosos.
Detrás de estos muros, hay miles de historias de presos quienes cometieron hasta los crímenes más atroces de México.
Una de las historias más famosas es la del doctor Alfredo Ballí Treviño, quien, en 1959, asesinó a un joven pasante de Medicina para después descuartizarlo.
Años después llegó a Topo Chico, el periodista estadounidense Tomas Harris para entrevistar a uno de los reclusos, sin embargo, la historia de Ballí le pareció mucho más interesante tanto, que se basó en ella para darle vida a Hanibal Lecter, el personaje principal de una novela policiaca, muchos años después se convirtió en el guion de la película ‘El Silencio de los Inocentes’.
Según las autoridades la ingobernabilidad era una de las características de Topo Chico, pues durante los últimos años quien mandaba dentro de este penal, eran los reclusos.
Eduardo dice que uno de sus familiares estuvo preso en este lugar y que para vivir tranquilo tenía que dar una ‘mochada’.
En febrero de 2016, ocurrió uno de las peores masacres en la historia de las de los sistemas penitenciarios mexicanos, la lucha entre dos cárteles por el control del penal explotó en un motín que dejó 49 muertos y 34 heridos.
La tragedia no fue solo dentro del penal, sino también afuera pues cientos de personas estaban desesperadas por saber cómo se encontraban sus familiares.
Fueron encontrados varios túneles secretos que conectaban diferentes puntos, el pasadizo más famoso era conocido como ‘el Uber’, a través de él se trasladaban internas al área de hombres para prostituirlas.
Al cierre del penal también se encontró una bodega con armas, un bar VIP, un jacuzzi, varios restaurantes en los que por las noches se organizaban fiestas clandestinas en las que incluso entraban personas ajenas al penal.
Topo Chico se construyó para albergar a tres mil 600 internos, sin embargo, llegó a tener a más de siete mil.
Después de 76 años de operación, el 30 de septiembre de 2019 este penal cerró sus puertas; los reclusos fueron transferidos al penal de Apodaca.
Durante los últimos dos meses y medio y antes de cerrar sus puertas definitivamente este lugar fue abierto para que los regiomontanos pudieran conocerlo de cerca mediante recorridos guiados.
En 10 hectáreas del terreno se contempla la construcción de un gran parque que será llamado ‘libertad’ y la rehabilitación de uno de los edificios existentes para la colocación del Archivo Histórico del Estado.
Con información de «Al aire con Paola» / Foto: Noticieros Televisa