CIUDAD DE MÉXICO.- La madrugada del 31 de octubre de 1979, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se esperaba la llegada del vuelo 2605 de Western Airlines, conocido como «El Tecolote».
Se le llamaba así porque viajaba de noche y era el primero en arribar a la ciudad desde Los Ángeles, a las 5:45 de la mañana.
«El Tecolote» sobrevolaba los poblados al noreste del Valle de México para dirigirse al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Cruzaba el que era el Vaso de Texcoco y debería llegar por la pista 23 derecha.
Estaba nublado y pese a las instrucciones de la torre de control, el 2605 de Western Airlines descendía irremediablemente hacia la pista equivocada. Era la pista 23 pero izquierda, que estaba en reparación y había maquinaria.
«El Tecolote» posó el tren de aterrizaje sobre el asfalto suelto, derrapó y chocó contra maquinaria pesada. Pérdida del control. Luego vino una explosión.
En un espacio de una hectárea quedaron los restos de la nave, enormes secciones del fuselaje. Todo esparcido.
Se trató de la mayor tragedia aérea en la historia de la Ciudad de México, en la que murieron 75 de las 89 personas que iban a bordo.
El capitán Jaime Solís García fue uno de los sobrevivientes. En entrevista con Paola Rojas, contó su experiencia.
«En cabina empezaron los gritos, se fue la luz, volvió a regresar, porque a la hora que se pierde un generador de un motor hay un cambio y eso hace que se apague y se prenda, y empezamos a virar hacia la derecha. Fuimos a unas bodegas de un edificio y ahí se desintegró el avión completamente».
Dijo que desde el impacto, los pasajeros comenzaron a quemarse porque «se abrieron los tanques de combustible y empezó a haber fuego».
«En cuanto quedamos parados, yo tenía todo el fuego alrededor de mí. Las manos ya las tenía yo quemadas. Mi decisión fue ir hacia la parte trasera (del avión). Alcancé a ver el pavimento y yo dije ‘ahí está el pavimento, ahí es donde tengo que llegar'».
Comentó que en el viaje iba a acompañado de un amigo y que decidió permanecer entre los restos para buscarlo. Sin embargo, en medio de la confusión, el fuego y el humo, no lo encontró.
Más tarde fue rescatado.
«Lo que puedo transmitir a las personas es de que no hay que tenerle miedo a la vida. Hay que vivir sin miedo».
Con información de Noticieros Televisa / Fotos: Archivo/Excelsior y Noticieros Televisa