Ciudad de México.- Tras una investigación encubierta de 14 meses, la organización Elephant Action League (EAL), puso al descubierto la composición, ubicación y modus operandi de los “cárteles de la Totoaba”, conformados por mafia china y crimen organizado mexicano, que, con la captura ilegal de este pez, bautizado como “la cocaína del mar”, tienen a la vaquita marina al borde de la extinción.
La «Operation Fake Gold”, encabezada por un antiguo agente del FBI, un excapitán de la agrupación Sea Shepherd, especialistas en análisis delictivo y Andrea Crosta, director ejecutivo de EAL, que trabajaron para infiltrarse, y extraer información de primera mano, fue filmada para el documental “Vaquita – Sea of Ghosts”, producido por Leonardo DiCaprio, cuyo lanzamiento está programados para principios de 2019.
El reporte final de la investigación establece que los “cárteles de la Totoaba”, están compuestos por peligrosos delincuentes mexicanos y narcotraficantes en Baja California, las comunidades pesqueras de San Felipe y Santa Clara, y comerciantes y empresarios chinos, principalmente con base en Tijuana y Mexicali.
EL ‘M 11’
Elephant Action League hizo el perfil de un traficante mexicano identificado como M11 de 37 años de edad, casado dos veces, que tiene hijos con cuatro mujeres diferentes y posee 17 casas en San Felipe y 27 vehículos.
Según las fuentes, M11 amenazó e infundió miedo para tomar el control del comercio de Totoaba en San Felipe.
«Hasta que le disparó a un militar en una calle abarrotada en San Felipe el 31 de diciembre de 2017, fue el traficante de totoaba número uno en Baja California”.
«Se sabe que M11 fue muy agresivo con cualquiera que intentaba entrar al comercio de Totoaba. Él y su pandilla estaban armados con pistolas y granadas, y amenazaban de muerte a cualquiera que se cruzara en su camino. Si infundir miedo no ayudaba a su causa, recurrían a sobornos, pagando a las autoridades de todos los niveles, desde la policía local hasta los jueces federales”, indica el informe.
De acuerdo con la «Operation Fake Gold”, M11 estaba involucrado con el cártel de la droga de Tijuana y le pagaba regularmente para poder transportar las vejigas natatorias (buches) de Totoaba a través de las rutas que controlan.
P9, PROMINENTE EMPRESARIO CHINO
Los activistas encubiertos también lograron hacer el perfil de un prominente empresario de origen chino identificado como P9, que “ha vivido y dirigido varios negocios en México durante muchos años. Opera en Tijuana y Ensenada y se lo conoce como uno de los ‘ancianos chinos’, una comunidad fuertemente conectada de hombres de negocios, bien educados que manejan empresas comerciales tanto legales como ilegales”.
«El hombre se ocupa del tráfico de especies silvestres, incluidos los buches de Totoaba, así como posiblemente del tráfico de personas. Admite estar en el negocio de productos del mar, pero no habla de la actividad actual en el comercio legal o ilegal de productos del mar. Actividad que mezcla con sus otras empresas comerciales, incluida la importación y exportación”, indica.
El reporte señala que P9 suministra fondos a los integrantes de los “cárteles de la Totoaba”, para comprar buches directamente a los pescadores y las “mulas” que transportan las vejigas natatorias a Tijuana, Ensenada o Mexicali.
Una fuente que está muy bien informada, indica que él no es directamente parte de la mafia china, pero trata con ella para mover productos ilícitos.
CAPTURA ILEGAL
La cadena de suministro de Totoaba comienza en el Alto Golfo de California, donde los propietarios de cooperativas pesqueras y los pescadores locales capturan ilegalmente los ejemplares de esta especie en veda desde el 24 de mayo de 1974, con redes de de enmalle, que también atrapan vaquitas marinas.
La vejiga natatoria o buche se extrae de la Totoaba en el mar y el cadáver se arroja de nuevo al agua. El producto se entrega a una tripulación que espera en tierra en camionetas pick-up, que pagan hasta cinco mil dólares por kilogramo de buche.
«Las actividades de los traficantes se realizan al aire libre, ya que la costa es desértica y sin árboles; aviones no tripulados y aviones podrían detectar fácilmente sus movimientos. Sólo hay una carretera principal que lleva al sur a San Felipe y al norte a Mexicali. Los buches generalmente se descargan en las playas locales, los cazadores furtivos también toman las vías marítimas y descargan el producto en Puertecitos, Santa Clara, donde existe total impunidad ya que el área está gobernada por los cárteles de la Totoaba”, revela.
Fuentes locales en San Felipe, calculan que más del 80 por ciento de todos los pescadores en el Alto Golfo de California, ahora están pescando ilegalmente Totoaba.
El salario promedio para un pescador legal en la región es de 400 a 500 dólares por mes. Una sola vejiga natatoria de totoaba, si es femenina (de mayor tamaño), puede valer más de cinco mil dólares por una noche de trabajo.
Desde las costas del Alto Golfo, el buche es llevado a lugares en San Felipe, Baja California, Santa Clara, y en ocasiones Puerto Peñasco, Sonora, para ser vendido a los primeros compradores.
«En estos pueblos es donde el buche crudo se prepara para trasladarlo a un lugar de secado. El comprador pesa las vejigas natatorias y paga de tres mil 500 a 100 mil dólares por kilogramo”, se lee en el documento.
Los buches se enrollan para que puedan ser transportadas discretamente, generalmente dentro de compartimentos ocultos en automóviles o camionetas, amarradas al cuerpo de alguien, en bolsas, o en cualquier lugar oculto que esté disponible.
«En este punto es cuando el segundo comprador entra en juego, son generalmente ciudadanos chinos de Mexicali, Tijuana, Ensenada, Calexico, Mazatlán, Puerto Peñasco, Guaymas o La Paz, quienes compra las vejigas natatorias y las mueven con mulas”, agrega.
Los buches se trasladan a las ciudades del interior de Baja California, en los centros de contrabando operados por ciudadanos chinos.
Las vejigas se pasan de contrabando a través de países de tránsito como Hong Kong, Corea del Sur, Japón, Taiwán y otros, incluido Estados Unidos.
Un medio de envío es en el equipaje documentado que viaja en vuelos conectados. “Este sistema parece eludir los controles actuales de los aeropuertos. Las fuentes indican que Beijing, China, es una de las estaciones de transferencia donde no hay inspección del equipaje documentado”.
Con información de: Excélsior