Ciudad de México.- Matías Amaya, un ferviente admirador del futbol, tomó una decisión hace algunos años, viajar en bicicleta desde Brasil para presenciar la Copa del Mundo en Rusia.
Hace cinco años, desde su natal San Juan, Argentina, hizo lo mismo; tomó su bicicleta con destino a Brasil, donde pudo presenciar su primer mundial en 2014.
Todo comenzó por una salida de 14 días, un pequeño viaje donde conocí a familias que vivían con muy poco y lo poco que tenían lo compartieron conmigo. De ahí tomé la decisión de no volver a casa con mis padres porque quería conocer más culturas y familias que ven la vida de manera diferente porque no se trata de dinero”, dijo.
Después de un año y seis meses de viajar por toda América del sur llegué a Brasil, pude unir mis dos pasiones: el poder seguir viajando conociendo el mundo y el futbol, y dijo: ‘por qué no intentar llegar a Rusia 2018’. Así fue como continúe para el norte hasta llegar a Panamá donde tomé un avión para Madrid, España y me tomó dos años pedalear por Europa para llegar hasta Moscú”, sostuvo.
Apasionado de este deporte desde que tiene uso de razón, confesó a Excelsior que haber vivido su primer mundial en Brasil 2014, le cambió la vida y que esa experiencia le provocó esas impetuosas ganas de llegar a territorio ruso cuatro años después.
La pasión por el futbol me lo transmitieron mis padres primero, después mis hermanos, pero cuando estuve en Brasil, ver tanta gente tan feliz por un juego y que un equipo o un himno pueda hacer llorar a una persona me llegó mucho. Lo que viví en Brasil fue algo único y después llegar acá después de tanto tiempo estoy más que feliz. Me gustaría compartir esta felicidad con mi familia, pero bueno no los tengo tan cerca, aunque los traigo en mi bicicleta día tras día”, apuntó.
Matías vive de las donaciones y ayudas de la gente que lo ve pasar en su bicicleta, los 80 mil kilómetros que ya lleva en su espalda no han mermado sus ilusiones.
Hoy no tiene a nadie más que a su fiel compañera, su transporte multicolor lleno de recuerdos, de banderas, de fotos de sus familiares y de experiencias. “Se llama Libertad y es la primera bici que me regalaron mis papás en el año de 1990, pero con el paso del tiempo la he modificado y ahora pesa 90 kilos. Hemos pasado muchas cosas juntos, no pensé llegar a Rusia pero aquí estoy, lo logré.”, subrayó.
Desde su llegada a Rusia la gente se le acerca para pedirle una foto o para conocer a detalle a su gran amiga Libertad, no para de abrazar y saludar a la gente lo que le ha ayudado para seguir en esta travesía ya que Matías lo tiene muy claro, sólo estará 11 días en Rusia porque después de cumplirse esa fecha tomará rumbo a Qatar 2022.
Redacción / Adrenalina del Excélsior