MUNDO.- Desde hace 13 meses, Arianna Guerrero vive en Wuhan, China, ciudad que hace tres años fuera el epicentro del covid-19.
Originaria del Estado de México, resume sus días en un espacio de 40 metros cuadrados, sin balcón, en un edificio de 340 departamentos.
Trabaja a distancia; baja al lobby de su edificio para recoger el super o comida. A veces, cuando las restricciones se lo permiten, acude a las tiendas.
«Si hubiera un caso no, no puedes estar caminando por la calle, pero aquí las comunidades son como residenciales (…) la mayoría de ellas tienen un parque, tienen tienditas adentro».
Pero sí o sí, diario debe acudir a uno de los módulos establecidos por el Gobierno para que le realicen una prueba covid-19 de saliva. La información se concentra en un código QR, su pasaporte para poder realizar prácticamente todas las actividades cotidianas.}
«Aquí si tú quieres entrar a un restaurante, al cine, si quieres usar un taxi tienes que presentar ese código de salud (…) inclusive en estos momentos no podría entrar a mi comunidad porque me lo piden a la entrada, prácticamente no podría hacer nada».
Se calcula que hay 31 mil contagios de covid en China, un país con una población de mil 400 millones de habitantes.
«Ya tienen que ver cómo solucionarlo porque la gente ya no estamos contentos, ya no sabemos, no queremos decir, sí ya que todos nos contagiemos, pero sí tenemos ese sentimiento de ya por favor, abran, ya por favor déjenos libres».
Hace poco más de una semana, 10 personas murieron al incendiarse un multifamiliar al noroeste de China. Comentarios en redes sociales locales e internacionales aseguraron que los extensos confinamientos por covid complicaron los esfuerzos de rescate y que además las víctimas no pudieron escapar de sus hogares debido a la orden de mantener las puertas cerradas con llave.
El fin de semana pasado se intensificaron las manifestantes, en diversas ciudades, contra la estrategia «cero covid». El Gobierno desplegó patrullas en las calles, para evitar nuevas congregaciones.
Poco más de 400 días en confinamiento, no hay elección, asegura Arianna, quien podría regresar a México, pero su esposo es de origen chino, y ahora ha formado su propia familia en ese país asiático.
«No podría decir feliz, pero sí me siento segura, sí me siento que el Gobierno me está cuidando, pero claro que también me siento cansada».
Ante las manifestaciones contra la política «cero covid» y la exigencia de renuncia del presidente Xi Jinping, varias ciudades comenzaron a relajar algunas restricciones.
Guangzhou, en el sur; Shijiazhuang, en el norte; Chengdu, en el suroeste, y otras grandes ciudades anunciaron que relajarían sus requisitos de pruebas diagnósticas y controles de movimiento. En algunos lugares se reanudaron los servicios de autobuses y abrieron los mercados.
Con información de N+ / «Al aire con Paola» / Arely Melo