MUNDO.- Hay fechas que están destinadas a hacer historia.
Cuando el mundo del fútbol supo que el título más importante para un club sudamericano se definiría entre Boca y River, la atención se concentró en Buenos Aires.
Un 2 a 2 dejó todo en suspenso para un partido de vuelta que iba a ser todo menos aburrido.
El planeta entero a la espera de la definición de una de las finales más importantes en la historia del balompié. Y sí, se hizo historia.
El camión con los jugadores de Boca Juniors se acercaba al estadio monumental Coliseo para la épica batalla.
Lo que pudo haber sido un ejemplo para todo el mundo de seguridad y orden, fue todo lo contrario. Una vergüenza para Argentina.
La guerra que tenía que disputarse en la cancha, se pasó a las calles de Buenos Aires. Los niños, víctimas de una pasión mal entendida y mal intepretada.
El camión de Boca fue agredido por aficionados de River y ese evento desató el caos.
La Conmebol tardó en tomar una decisión sobre qué hacer con la situación.
Mientras tanto, Pablo Pérez, capitán de Boca, tuvo que ser trasladado a un hospital por las lesiones que le causaron los vidrios que se rompieron.
Tras tres horas de juntas, de caos, de incertidumbre, el partido se dio por suspendido. Se reprogramó para disputarse el domingo a la misma hora, sin embargo, el destino tenía otro plan.
Tras presión por parte de Boca Juniors, la Conmebol hizo el anuncio oficial de que la final había sido suspendida indefinidamente hasta nuevo aviso, ya que no existían condiciones de igualdad deportiva para que se llevara a cabo la definición del título.
Los jugadores de Boca, las víctimas del ataque, no se han quedado callados.
«¿Qué pasaba si nosotros jugábamos y ganábamos? ¿Quién me saca de ahí? Decíme quien me saca porque si la gente estaba loca antes de entrar, imagínate si nosotros ganábamos en su cancha, les damos la vuelta en su cancha, ¿qué pasa? Me matan «.
Esta mañana, la Conmebol informó a través de un comunicado que por lo ocurrido se determinó que la final se juegue fuera de Argentina entre el 8 y 9 de diciembre.
En entrevista con Paola Rojas, Damian Zamogilny, «El Ruso», dijo que desde hace muchos años se ha registrado violencia en los estadios argentinos.
«Me tocó, por ahí del año 85, 86, cuando empezaba en el fútbol y recuerdo a mi papá (…) hablar de la violencia. Toaba un tema de un accidente que hubo hace muchos años, estamos hablando del año 83, al final de cuentas fue un asesinato, por el disparo de una bengala marina desde la tribuna del Boca hacia la tribuna del Racing».
Dijo que la violencia se ha ido propagando en todos los equipos.
«Esto que sucedió, en esta final de Libertadores, simplemente es la exposición de algo que se quería medio tapar con spots, con mensajes, pero que está arraigado en el fútbol argentino y que es la violencia entre las barras y que es la pasión mal encausada».
Por su parte, Guillermo Schutz, comentarista de Televisa Deportes, recordó el caso de los llamados hooligans en Inglaterra.
«Hay que voltear a Inglaterra y lo que ocurría con los hooligans, la tragedia de Hillsborough, donde hubo 96 fallecidos, casi mil heridos y desde ese entonces se tomaron cartas en el asunto, algo que se tiene que replicar finalmente en Latinoamérica».
Dijo que esto está relacionado con la idiosincrasia del latino, donde «pensamos que no hay repercusiones en los actos que hacemos».
«Eso es precisamente lo que en Inglaterra se cambió radicalmente pesando en tres puntos fundamentales. Primero, desde las escuelas (…) El segundo, las medidas que se toman para vetar a los rijosos (…) Y el tercero, en medidas judiciales hacerlas extensivas».
Antonio de Valdés se refirió a los detenidos por la violencia en Argentina.
«Hubo 30 detenidos (…) y al día siguiente todos estaban libres. Eso es una pena y lamentablemente en México pasa lo mismo. (…) Hemos tenido pedradas a los autobuses, hemos tenido invasión de cancha, conflictos afuera de los estadios».
Los presentes, recordaron que el estilo de las barras se importó.
«Digamos que la gente de Pachuca fue la que inició con buenas intenciones, tratando de apasionar a ese aficionado para que se metiera de lleno con los tuzos, pero también trae el lado negativo de las barras», dijo Toño.
«Una cosa es importar el colorido que te puede aportar un grupo de aficionados, un grupo de gente que grita y alienta a un equipo durante un partido y otra cosa es importar todos los males que hay en una barra brava, como se llama en Argentina», comentó el «Ruso».
De Valdés agregó que una posible medida para erradicar a las barras bravas, sería la aplicación de mano dura como ocurrió en Inglaterra.
«A los hooligans les cerraron las puertas, o sea, cuando había pruebas suficientes los mandaban a la cárcel, y si no quedaban vetados de por vida. Y consiguieron acabar con los hooligans. O sea, sí se puede».
Con información y foto de Noticieros Televisa