¿Cómo describen los mexicanos a la mujer?
“Es difícil ser mujer y más siendo madre soltera, pero nada es imposible para nosotras y si lo es, vemos la manera de hacerlo sin estarnos quejando”.
Samantha, 24 años y dos hijos.
“Las mujeres son muy bonitas”.
Diego, 5 años.
“No es fácil, una se las ve ‘negras’. Toda mi vida he trabajado para sacar adelante a mi hija y a mis nietos”.
Silvia, 47 años.
“Uy… son muy perfeccionistas”.
Jaime, 22 años.
“Muy alegres, aunque a veces muy complicadas”.
Verónica, 24 años.
“Tienen sus cualidades que nosotros no podemos con ellas. La verdad, porque no hay quien les gane”.
Javier, 70 años.
“Somos bien activas, bien responsables. Para mí ser mujer ha sido muy favorable, porque entre nosotras nos apoyamos en las buenas y en las malas”.
Rosa, 62 años.
“No hay equidad entre hombres y mujeres; así lo veo”.
Víctor, 60 años.
“Muy inteligentes, aunque a veces son enojonas. Y muy activas para sacar adelante a su familia”.
Luis, 13 años.
“No nos rajamos, le entramos a todo”.
Lorena, 32 años.
“Son un amor; 100 por ciento hormonales, pero un amor”.
Ángel, 41 años.
Así es como los mexicanos la describen, en el marco del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo).
Según el Consejo Nacional de la Población (Conapo), en México hay alrededor de 63 mil 940 mujeres, lo que representa el 51.26 por ciento del total de la población.
En tanto, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indica que hay 94 hombres por cada 100 mujeres.
Una bomba de emociones
Llena de vida, pero sensible; tan estoica como frágil o paciente como regañona.
Temperamental y disciplinada, así como luchona, dedicada y trabajadora.
Tan perfeccionista como indecisa y perseverante.
Inteligente, humana y generosa, aunque muchas veces superada por el maltrato y la discriminación.
Guapachosa como enojona o, dicen algunos, insoportable.
Pero siempre amiga, confidente, sabia, entregada, cariñosa, fuerte y haciendo las cosas con el corazón. Así es la mujer, llena de convicciones y contradicciones; una bomba de emociones.
De ahí surge la pregunta universal ¿quién entiende a las mujeres?
El cerebro de ella es mejor
Los expertos afirman que no es que la mujer sea más complicada que el hombre. Y la respuesta radica en que ella tiene un proceso de razonamiento y un mecanismo de solución de problemas muy diferente al del hombre.
La neurociencia señala que el cerebro de la mujer tiene más materia gris (las dendritas de las neuronas que se encargan de conectar con otras neuronas y se ramifican) en las áreas emocionales.
Un estudio realizado en Estados Unidos, en 2012, reveló que la mujer tiene más emociones negativas que el hombre.
Estudios cerebrales, como el PET o SPECT, indican que la culpa, la vergüenza, el miedo o la tristeza encuentran zonas más emocionales en la mujer que en el hombre.
Y es que, según los psicólogos especializados en procesos emocionales de la mujer, ella posee una conducta llamada “proceso cognitivo rumiante” (como lo que hacen las vacas: masticar por segunda vez los alimentos).
En otras palabras, rumear emocionalmente consiste en un pensamiento repetitivo y recurrente de emociones negativas.
Asimismo, las psicólogas estadounidenses Yulia Chentsova-Dutton y Jeanne L. Tsai afirman que la mujer reacciona con emociones más negativas ante experiencias desagradables, por ejemplo: ella se pone más triste al ver películas desoladas, mientras que el hombre reacciona con mayor felicidad ante películas divertidas.
En resumen, la mujer no es más complicada sino que, a diferencia del hombre, vive con mayor intensidad sus emociones.
Y en palabras del Dr. Eduardo Calixto, Investigador de Neurociencias del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente”, con base en diversos estudios, la mujer tiene mejor cerebro que el hombre.
“Las mujeres son las que tienen un mejor cerebro, se adapta este mejor y realmente tiene un proceso de muchísima mayor apreciación de nuestro mundo con respecto a todo lo que acepta, todo lo que recibe como información”, explicó durante una conferencia en 2014.
Sin embargo, los procesos cerebrales no son los únicos que influyen en los contrastes que caracterizan a la mujer, pues sus drásticos cambios de “chip” están ampliamente vinculados con sus vaivenes hormonales, los responsables en marcar cada etapa de su vida.
Las décadas de la mujer
Desde la pubertad hasta la menopausia, la mujer tiene cambios en su cuerpo que están relacionados con su sistema endocrino y que afectan su estado de ánimo.
Esto se debe a que las hormonas determinan efectos en la acción de neurotransmisores, las moléculas que transmiten información de neurona a neurona, y estas inciden en el ánimo.
Con base en esto, cada década la mujer presenta cambios, estos son algunos:
De los 0 a los 10 años:
Siendo una niña, alrededor de los nueve años tiene los primeros cambios físicos como la aparición del botón mamario, olor axilar, crecimiento del vello púbico y la primera regla.
Con ello, viene el climaterio posmenopáusico, que se caracteriza por cambios de ánimo y de humor.
De los 10 a los 20 años:
Alrededor de los 15 años inicia su período fértil, comienza la ovulación (suele aparecer un año después de la primera regla).
Comienzan todas las patologías provocadas por las hormonas, siendo la más común el acné.
De los 20 a los 30 años:
Es la época del deseo sexual y la estabilización hormonal puede traducirse en pequeñas acumulaciones de grasa en el pecho, las caderas o los muslos, para dar lugar a la silueta típica de mujer, más redondeada que la adolescente.
De los 30 a los 40 años:
Comienza la aparición de arrugas, sobre todo en mujeres acostumbradas a exponerse a los rayos del Sol.
Empieza la caída del cabello, que puede ser provocado por problemas de tiroides, anemias y estrés. En caso de embarazo, con la lactancia el pecho sufre fluctuaciones de volumen y tiende a caer.
En esta etapa, además, se debe fomentar la autoexploración mamaria como hábito.
Empieza la osteoporosis, la aparición de tumores cutáneos y manchas por envejecimiento, y las arrugas se intensifican, debido a que la piel se reseca por la disminución de las glándulas sebáceas.
De los 40 a los 50 años:
Comienza la premenopausia, etapa en la que el ovario empieza a perder su capacidad de funcionamiento. Hay reglas más distanciadas, palpitaciones, sudor nocturno, bochornos (sensación de calor y ahogo) e insomnio.
Comienza el climaterio premenopáusico, que termina cuando el ovario definitivamente no produce más hormonas y el útero no sangra más.
Después de la menopausia empieza el climaterio posmenopáusico, que se caracteriza por cambios de ánimo y de humor, y a nivel más físico, sequedad vaginal, sequedad de la piel, flacidez de las mamas y mineralización de los huesos.
Se intensifica la osteoporosis, con un 4% a 5% de pérdida de hueso al año.
De los 50 a los 60 años:
Aumenta el colesterol y los lípidos sanguíneos, por ende, aumenta la posibilidad de sufrir infartos al miocardio.
Hay apatía sexual, decaimiento anímico, insomnio, aumento de peso y de grasa corporal, así como pérdida de masa muscular.
También hay mayor riesgo de tener cáncer de ovarios y de endometrio, como también cáncer de mama.
El baile hormonal concluye y pese a todo lo que esto implica, un estudio británico de la Oficina Nacional de Estadística indica que es a los 70 años cuando la dicha inunda a la mujer con más fuerza que nunca.
Vive en armonía cada etapa
Mucho hemos insistido que el yoga no cura los males, pero sí contribuye a reducirlos y mejorar la calidad de vida.
Es por ello que, en el marco del Día Internacional de la Mujer y tomando en cuenta las etapas de su vida, reiteramos los beneficios del yoga para disfrutar plenamente de cada momento.
Víctor M. Flores, formador de profesores de Yoga en España y Latinoamérica señala en su libro “Yoga y la mujer”, algunos de ellos.
El yoga mejora el sistema inmunológico, aumenta la concentración, reestructura la cintura pélvica después del parto, fortalece los huesos, equilibra las fluctuaciones derivadas del vaivén hormonal, ayuda a gestionar mejor los sofocos, previene el aumento de peso, fortalece la musculatura abdominal, alivia la ansiedad y reduce el estrés, controla los efectos secundarios en
tratamientos del cáncer, además de mejorar el estado de ánimo y ser fuente de energía.
Asimismo, evita los hombros abatidos (común entre las mujeres con pecho voluminoso) y mantiene las curvas naturales de la columna vertebral.
Finalmente, hace crecer nuevas sinapsis, es decir, las relaciones entre las neuronas, lo que permite una neuroplasticidad que mejora las funciones cerebrales.
Por esta y muchas razones más, súmate a los que practican yoga.
En este video de YouTube encontrarás una clase multinivel, para que te abras a la experiencia del yoga.
Namasté.
Redacción / La Vanguardia (Jesús Amaya Guerra) / www.infosalud.com / Video: YouTube/Brenda Medina