RESPIRando: Rodillas felices con yoga

La maravilla de la naturaleza y el ejercicio

 

Por salud, para bajar de peso o meramente por cumplir con su rutina, Lucila corría tres kilómetros o más al día. 

A diferencia de la vida urbana en la que miles de personas, por tiempo y el acelerado ritmo de trabajo, tienen que ejercitarse dando vueltas a un parque o entre cuatro paredes (gimnasios) en caminadoras o elípticas, Lucila tenía la maravillosa oportunidad de correr disfrutando de paisajes. 

“Mi vida era muy normal. Antes caminaba, corría, subía escaleras. Incluso, hace años que viví en Guerrero, subía corriendo a diario un cerro, el cerro de San Juan”.

Ama de casa, con dos hijas y un negocio al que en ocasiones apoyaba a su esposo, dedicaba unas horas de su tarde al ejercicio. 

“Era muy bonito correr entre la vegetación. A veces me iba hacia donde estaba un río y me relajaba mucho. También iba a una pista que lo conocíamos como ‘el aeropuerto’, aunque era una pista de terracería para avionetas que fumigaban los campos de mangos, pero corría tres kilómetros todos los días o más”. 

 

La vida urbana

Sin embargo, hace 16 años tuvo que dejar la provincia y mudarse a la Ciudad de México. Su rutina en casa no cambió el todo. Siguió cuidando a sus hijas, estando al frente de casa, pero el ejercicio se limitó a los gimnasios. 

“Empecé a hacer aeróbics, en mis tiempos se llamaban aeróbics, ahora es zumba, pero hice mucho ejercicio, toda mi vida”.

Pese a mantenerse saludable y ser una persona con un alto umbral de dolor, algo pasó. Lucila empezó a notar que una de sus rodillas no estaba bien. 

“Hace como cinco años me empezó la molestia en las rodillas, de menos a más. Me dolía mucho la rodilla izquierda. Era un dolor insoportable, muy intenso. Del 1 al 10, un 7”.

Con 57 años, su estilo de vida empezó a decaer y el malestar afectó su convivencia familiar.

“Me gusta hacer manualidades, así que me la vivía en el Centro comprando material. Caminaba horas con mis hijas, pero con el dolor de la rodilla ya no pude. Afectó bastante mi vida, la convivencia con la familia. (…) Me decían ‘vamos acá’ y les decía ‘ustedes caminan muy rápido’ y mejor me quedaba o me llevaban al pasito”.

Aunque Lucila lo niega, su hija (presente en la entrevista) afirma que el malestar afectó el estado emocional de su mamá.

“Sí cayó en depresión porque ya no hacía lo que le gustaba. Ahorita se va a la Centro, compra una cosa y regresa bien cansada. Después de que camina mucho le duele la rodilla”.

Lucila cuenta que durante tres años vivió con el dolor, incrementándose, y lo peor, cada vez cojeaba más. Incluso ya no podía caminar. Finalmente una de sus hijas la dio de alta en el Seguro Social y empezó a atenderse. 

“El ortopedista me dijo que tenía una gonartrosis de segundo grado, que es un desgaste de articulación. Así tardé otros otros dos años hasta que el doctor decidió en hacerme una artroscopia”. 

 

Gonartrosis, un mal degenerativo 

La gonartrosis es una enfermedad articular crónica, degenerativa, progresiva, en la rodilla. 

Según los expertos, es producto de eventos mecánicos y biológicos que desetabilizan el acoplamiento normal de la articulación. 

Se trata de una de las osteoartritis u osteoartrosis más comunes, que afecta a personas de entre 40 y 50 años, siendo las mujeres quienes más la padecen. 

Los médicos indican que al principio se presenta en una de las extremidades, con tendencia a hacerse bilateral, pero la incidencia aumenta con la edad.

Asimismo, indican que los factores de riesgo son: 

  • La edad.
  • Pacientes del sexo femenino.
  • Predisposición genética.
  • Obesidad.
  • Relación con el trauma repetitivo o agudo.
  • Trabajos que requieran estar agachado mucho tiempo.
  • Levantar objetos pesados con frecuencia.

 

Recuperación, lenta pero segura

Además de la gonartrosis, Lucila padecía lumbalgia desde hace 10 años.

“Posiblemente fue provocada por una caída que tuve, de jovencita, de 18 años, entonces pienso que eso me afectó algo. Aunque el doctor dice que es un desgaste degenerativo. Los dolores eran insoportables”.

Y dice que ni con medicamentos controlaba el malestar. 

Siempre tuvo miedo a las operaciones. Acepta que pensaba que “iba a quedar en la plancha por la anestesia”, pero sabía que la cirugía podía mejorar su condición.

“Fue una artroscopia, no es de guardar cama ni nada de eso porque las heriditas son muy pequeñas. Meten un aparatito y liman el hueso, entonces es como limpieza de rodilla. Fue ambulatoria, la operación tardó 45 minutos, pero de recuperación ya llevo como cuatro meses”.

Luego de la operación, hace cuatro meses, comenzó con una terapia: medicamentos, ejercicios en alberca y yoga. La mejoría ha sido más que evidente.

“Después de la operación usé muletas, bastón, hasta que empecé a nadar y adentro de la alberca hago mucha bicicleta, desplantes. Además, tomo clases gratis de yoga. Hago posturas a mi tiempo, movimientos ligeros, de rehabilitación, y eso me está fortaleciendo bastante la rodilla porque ya camino casi bien”.

Confiesa que hace mucho tiempo pensaba que el yoga era como una religión, que tenían que rezar y seguir a una figura. Ahora, afirma que lo practica porque además de mejorar su postura y rehabilitar su rodilla, le da tranquilidad. 

“El yoga me ha ayudado a tener seguridad en mis movimientos. Creo que después de la operación me daba desconfianza caminar bien, por el dolor, pero con el yoga estoy aprendiendo a tener fuerza en mis músculos. Ahora, del 1 al 10 me duele como en 4 y ya camino mejor”. 

 

Rodillas sanas con yoga

Además de ayudar a liberar las tensiones, reducir el estrés y ser una práctica espiritual, el yoga es una disciplina psicofísica que fortalece los músculos del cuerpo y mejora la postura corporal. 

Mediante las posturas o asanas, las articulaciones le dan movimiento al cuerpo y estabilidad, por lo que las rodillas se fortalecen e incluso se rehabilitan. 

“Me ha mejorado la rodilla, la lumbalgia me ha bajado también. Ahorita como ya no cojeo tanto ahí la llevo”, agrega Lucila, a sus 62.

En este video de YouTube encontrarás una sencilla rutina para trabajar y aliviar el dolor de rodillas. 

 


Namasté.

 

 

 

 

Redacción / Video: YouTube/CiudadYOGA

 

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