La historia de Cynthia
Viviendo de prisa
Millones de personas en el mundo podremos tener rasgos distingos, lenguajes diferentes, costumbres y tradiciones que no coinciden, y creencias opuestas, sin embargo, hay algo que en estos tiempos nos hacen similares: la vida de prisa.
Es una realidad que en estos tiempos muchos vivimos de un lado para otro, sin recordar de dónde venimos ni a donde vamos.
El punto es correr, mirar el reloj, contestar el celular, seguir corriendo, responder un mensaje, avanzar, saludar de rapidín al que se acerca, trabajar, medio comer, tráfico, una breve conversación en casa, medio dormir…
Al día siguiente vuelve a correr.
Pareciera que la prisa es el motor de nuestra era. Es más, pareciera que nos da estatus, porque aquel que no tiene tiempo ni para una breve conversación significa que está sumamente ocupado en cosas “más” importantes.
Sin embargo, quien vive de prisa por asegurar su futuro se pierde de todo, del presente, del estar aquí y ahora.
“La vida es lo que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes”, escribió John Lennon en una de sus canciones.
Yoga, una hermosa sorpresa
Pese al agitante ritmo de vida en el que vivimos, hay quienes están aprendiendo a poner una pausa en el día para regalarse un momento de sí.
Cynthia cuenta que ha practicado yoga en varias etapas de su vida. En esta última regresó a las clases porque buscaba una actividad para compartir con su novio.
Ambos hacen bicicleta de montaña y corren, pero deseaban otro deporte. Entonces probaron con el yoga.
“Entré porque quería hacer una actividad en conjunto con mi pareja. (… ) Él siempre tuvo ganas de hacer yoga, pero nunca había podido, y ha sido toda una revelación”.
Comenzó a tomar clases con Socari Salinas, maestra certificada en Hatha Yoga y Yoga Terapéutica-Restaurativa por el Centro Yoga Espacio, quien también cuenta con una certificación en terapia vibracional por la Institución Española de Sonoterapia.
Cynthia afirma que el yoga ha sido una revelación, pues pasó de ser un simple ejercicio en pareja a una práctica que ha ido más allá de su cuerpo y mente.
“Me gusta mucho como toda la metodología que tiene específicamente esta maestra porque me ha hecho entender mi cuerpo, valorarlo y ver la fortaleza que puedo llegar a tener sin que lo hubiera visto antes”.
Lo que nunca pensaste, lo puedes hacer
De 41 años, Cynthia se desempeña como Gerente de Capacitación en una compañía.
Un tanto tímida, muy simpática, de cabello lacio castaño y sonrisa inocente, destaca en su clase por ser una de las más altas.
De no haber platicado con ella, nunca hubiera imaginado que lleva ya varios años en un trabajo de terapia personal.
Asegura que gracias a la práctica de yoga y a su maestra, ha logrado hacer cosas que pensó imposibles.
“Es algo que me ha sorprendido mucho y además la forma tan amorosa que nos lleva (la maestra) a la clase. Es todo un proceso, (…) te va preparando para una postura que nunca pensaste o nunca te imaginaste ibas a poder hacer”.
Afirma que hay ocasiones en las que su trabajo no le permite darse un tiempo para el yoga – vivir a prisa -, pero hace lo posible por regalarse un momento consigo.
“Nunca me había comprometido a una clase por el mismo ritmo de trabajo y los viajes que tengo, pero trato de no faltar, salir corriendo y estar como en todos los sentidos”.
Y es que, afirma, el regalo más hermoso que le ha dado el yoga es el aprender a disfrutar el hoy, estar presente y valorar su ser.
“Hay otra parte de la clase que es como esa parte contemplativa del aquí y el ahora, de porque si te distraes tantito ya te equivocaste, ya te caíste, te desequilibraste, entonces creo que también me ha llevado mucho a vivir el momento y valorarlo”.
Menos prisa, menos estrés
Según la investigadora francesa Brigitte Kieffer, vivimos a prisa por la necesidad de ser cada vez más productivos.
“La búsqueda de la rentabilidad a cualquier precio, la rapidez de las nuevas comunicaciones, la mundialización… Eso nos lleva a una obsesión por la competitividad y a trabajar día y noche, que es muy contraproducente para la salud”.
En entrevista para el diario El Mundo, retomó un estudio publicado en 2014 por el Courrier International sobre la gente que está aprendiendo a vivir con lentitud.
“Hay que intentarlo antes de terminar desquiciados porque vivimos todo el rato en el futuro y no disfrutamos el presente. Es una carrera contrarreloj permanente y la vida se nos pasa sin siquiera haberla vivido”.
Según los expertos, el vivir a prisa:
- Refleja una mala administración del tiempo,
- Proyecta aspiraciones poco realistas, al buscar actividades más allá de las posibilidades,
- Suman estrés,
- Adicionan ansiedad a su vida cotidiana,
- No disfrutan un momento de relajación y lo califican como pérdida de tiempo,
- Dejan pasar la vida,
- Caen en depresión “dominical”, al no encontrar el sentido de sus vidas durante un domingo.
Valorando tu tiempo, tu espacio y tu ser
Cynthia reconoce que en el yoga ha encontrado una actividad muy demandante, pero que le ha llevado a valor su ser, respirando.
“No nada más es como el ejercicio per se (…) es un ejercicio muy fuerte, pero me ha llevado a valorar tanto mi ser, mi estar, mi cuerpo, que a veces no valoras todo lo que tienes y me ha llevado como a una paz especial”.
Agrega que pase lo que pase, con esta práctica ha aprendido a estar.
“Trato de estar y ahí estoy presente y pues con todo, o sea, no como por ir y hacer un ejercicio sino desde mi gana, aunque esté cansada, aunque esté enojada y cambio de ‘mood’ porque esto es otra cosa y es otro momento”.
En ese video, la maestra Francisca Art comparte un sencillo ejercicio para estar, aquí y ahora.
Namasté.
Redacción / Video: YouTube/Franciska Art