Balance entre vida y trabajo: la historia de Marbel
Comunicóloga, de 37 años, es una de las miles de personas que, por fortuna, desde hace años ha tenido una jornada laboral de más de ocho horas, incluso de 12 horas, de lunes a viernes; aunque en ocasiones ha tenido que extenderla a sábados y domingos, dependiendo de la cantidad de trabajo.
Estrés todo el día
Marbel cuenta que en 15 años ha tenido al menos seis jefes. De todos ellos recuerda valiosos aprendizajes: la puntualidad, el compromiso, la determinación, la entrega, el compañerismo, el respeto, el regalarle una sonrisa a los demás.
Pero, asegura, fue de uno de ellos de quien aprendió a explotar sus capacidades, aunque no fue sencillo, pues lo hizo a base de humillaciones, discriminación y lágrimas: así es como lo recuerda, e incluso estuvo a punto de explotar en todos los sentidos.
Recuerda que, en ese entonces, el horario de trabajo era de las 10:00 a las 16:00, pero era la única que cumplía con ello. Hubo una temporada que algunos de sus compañeros (todos hombres) empezaron a llegar incluso después del mediodía.
Algunas veces, en ocho años, a Marbel se le hizo tarde, como ocurre a millones de personas. Al llegar después de las 11:00 era casi un hecho que el jefe le dejaba de hablar. La ignoraba y hasta menospreciaba su trabajo. Sí, asegura que también le enviaba indirectas, le hacía lo que comúnmente conocemos como “caras” y hacía bromas respecto a personas que no realizaban bien su trabajo debido a la tardanza.
Cuando el jefe estaba “al tope” de estrés llegaba a gritarle. Comenta que una vez le dijo que no podía moverse de su lugar y que ella, ni siquiera “podía ir al baño”. En aquellos ocho años, estas y otras actitudes, jamás se vieron dirigidas a los demás compañeros.
Baja autoestima y depresión
Marbel no tenía por qué pregonarlo, pero hasta entonces vivió con baja autoestima. Por años se consideró una persona pasada de peso, fea, que solo valía por cómo lucía y no por su nobleza, humildad, talento e inteligencia.
De 1.57 metros llegó a pesar 45 kilos. Era bulímica. Quizá lo aprendió de su madre, a quien desde muy niña veía provocarse el vómito. No quería engordar, sino verse delgada para que su madre estuviera orgullosa de ella y para recibir el aplauso de los demás.
Inconforme con su figura, inconforme y presionada por el trabajo, en ocasiones humillada y sin comer, Marbel comenzó a deprimirse. Lloraba mucho y por más esfuerzo que hacía para satisfacer las exigencias del trabajo, sentía que nada era suficiente.
Ella empezó a forma parte de las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que señalan que México es el primer lugar en estrés laboral, superando a China (73%) y Estados Unidos (59%), que son las dos economías más grandes del planeta.
Según este organismo, el 75% de los trabajadores mexicanos padece síndrome de burnout o fatiga por estrés laboral, que es el resultado del desequilibrio entre las exigencias y presiones a las que se enfrenta un trabajador, por un lado, y sus conocimientos y capacidades, por el otro.
Nada es coincidencia
Sin buscarlo, un buen día Marbel asistió a una clase de yoga. “Nunca imaginé lo que venía para mí”. Cuando estaba en la universidad, intentó practicar pilates, el método de ejercicio y movimiento físico diseñado para estirar, fortalecer y equilibrar el cuerpo. No pudo.
“Me desesperaba estar más de un minuto en una misma postura. Me estresaba más y hasta me ponía a llorar, hacía berrinche, no controlaba la mente y me salía de la clase”.
Ahora, con el estrés encima y la moral en el piso, decidió probar. Marbel no había madurado, pues, de acuerdo con su terapeuta, ella seguía viéndose como una joven de 25 años. Vivía del pasado de aquella adolescente que quería verse juvenil, y no tenía rumbo hacia el futuro, por lo tanto, no vivía en el presente.
Después de su primera clase de yoga, sin buscarlo, encontró un espacio para trabajar consigo, con su cuerpo y su mente.
Un lugar para silenciar los pensamientos y escuchar el interior; para trabajar en medio de la presión, desde la tranquilidad. Sin proponérselo empezó a vivir el presente y lo consiguió respirando.
Aprender a respirar es vivir mejor
Fue entonces que aprendió que con posturas como tadasana, urdhva hastasana o garudasana, podía mejorar sus sentimientos, su energía y su autoestima.
Según un estudio de la Universidad de Londres, la Universidad de Ciencias Sociales y Humanidades de Poznan y el Instituto Universitario de Lisboa, ésta sensación de bienestar se asocia con el funcionamiento del nervio vago, el más largo del sistema nervioso autónomo responsable del funcionamiento inconsciente del cuerpo como la respiración, la circulación y la digestión.
Este nervio conecta el cerebro con el cuerpo. Desde el tronco cerebral, conecta los músculos faciales, el corazón, los pulmones, el tracto digestivo, los riñones y los órganos reproductivos.
Además, es responsable de la regulación neural de las partes del cuerpo necesarias para la comunicación, es decir, la laringe, los ojos, los oídos internos y los músculos faciales. Asimismo, regula el comportamiento, pues su buen funcionamiento permite a la persona estar tranquila, relajada y segura.
Por si fuera poco, existen evidencias científicas que señalan que el yoga mejora el bienestar psicológico de las personas sanas, incrementando la satisfacción con la vida y autoestima, reduciendo el estrés y la ansiedad.
Los expertos en yoga aseguran que hacer dos minutos diarios de ejercicios fundamentales de respiración, pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo, el equilibrio y la flexibilidad.
Así ocurrió con Marbel. De una clase de yoga, comenzó a llevar la experiencia de respirar y trabajar desde la tranquilidad de la mente al trabajo. Aprendió a dejar que las situaciones fluyeran, por lo que los gritos, las humillaciones y la presión dejaron de afectar su estado de ánimo y de ser parte de su entorno.
Son ya cinco años desde que Marbel practica yoga y hoy, ha vuelto a amarse por dentro y por fuera.
La entrenadora persona, Jill Rodríguez, muestra en este video una serie de posturas de yoga o asanas, para comenzar lentamente. Hacer esta práctica diariamente ayudará a que mejores tu estado de ánimo, y lo hagas respirando.
Namasté
Redacción / Foto: crg / Video: YouTube/MercolaPeakFitness