“Mi mente y mi cuerpo, son mis herramientas”: La historia de Paula
Cuando era niña, Ximena quería ser actriz. Constantemente fantaseaba con historias en las que era otra persona.
Incluso, a veces se sorprendía improvisando monólogos de amor, de desamor, de sufrimiento; en dramas de la vida real como decía en su emblemático programa de televisión la señora Silvia Pinal.
Nunca supo por qué quería ser actriz, pero sí sabía que deseaba ser alguien más.
En la búsqueda de ser alguien más
Ximena no alcanzó el sueño de ser actriz, sin embargo, sí consiguió convertirse en otra persona.
Pasó muchos años haciendo dietas. Fue un periodo de constante lucha contra su peso. De 1.55 metros de estatura, llegó a pesar 62 kilos. Decía que estaba hecha una “vaca”.
“Me paraba en el espejo y me decía ‘gorda’. Me insultaba para animarme a dejar de comer”.
Al principio intentó hacer dieta con la supervisión de una nutrióloga, pero, según ella, los resultados eran lentos y decidió recurrir a internet.
Encontró malos consejos como el dejar de comer, provocarse el vómito después de un “atracón” de comida y el consumo de los llamados productos “milagro”.
“Bajé a 45 kilos. Me sentía espectacular. Sentía como que la gente me veía en la calle, en el trabajo, y todos me admiraban por ser delgada y verme bien”.
La vanidad alimentaba su ego. Por fortuna, los malos hábitos no afectaros su salud, pero sí dañaron sus relaciones personales.
“Me sentía tan grande que los demás eran menos para mí. A mi novio lo humillaba, lo hacía sentir nada; a mí mamá le gritaba porque no hacía las cosas como yo quería, y en el trabajo sentía que todos estaban a mis pies”.
A pesar de tener “el aplauso” de los demás, cual actriz en escena, Ximena reconoce que no era feliz.
El regalo de la aceptación
La aceptación es el primer paso para el crecimiento personal. Por el contrario, la negación de lo que somos, de nuestro cuerpo, de nuestras ideas, de aquello con lo que nacimos, nos lleva a la destrucción.
Aceptarse es hacer un trabajo de autoconocimiento. Identificar, reconocer y aceptar las debilidades para convertirlos en fortalezas. ¿Cómo? A través del trabajo interior.
Aceptarse es que a pesar de los errores, no nos lamentamos por lo ocurrido, nos rendimos y pasamos la vida envidiando la fortuna de los demás. Es levantarse tantas veces sea posible; aprender de lo pasado para vivir el presente y construir el futuro.
Aceptarse no es verse guapo todo el tiempo, no es sentirse más que los demás, no es saberlo todo; es verse al espejo cada mañana y amarse por sobre todas las cosas.
Aceptarse es comenzar un camino de autoconocimiento, es largo, pero satisfactorio.
Ego, “lo más asqueroso que hay”
A diferencia de Ximena, Paula es actriz desde hace 12 años. Estudió en la escuela Casa Azul, en la Ciudad de México, y actualmente es maestra de actuación.
Afirma que el camino ha sido muy largo, pues en este ámbito las personas se enfrentan a muchas inseguridades.
“Siendo actor, constantemente te confrontas a no aceptar, al rechazo, como muchas inseguridades porque te estás comparando con el otro, esto de ir al casting y te dicen que no, como que todo el tiempo estás trabajando con ‘afuera, afuera, afuera’”.
Destaca que en este medio, más que en otro terreno, existe un término que suele deteriorar la esencia de las personas.
“El ego es ‘cabrón’ haciendo teatro, siendo actor. ¿Qué te puedo decir? el ego es lo más asqueroso que hay”.
Sin embargo, quienes tenemos la oportunidad de platicar con Paula por primera vez, descubrimos que, siendo actriz, es todo lo contrario: una mujer agradable, simpática, sencilla, cuyas palabras transmiten tranquilidad y estabilidad en su ser.
Yoga, el camino hacia ti
Dice que desde la escuela practica yoga. Su primer contacto fue a través de la conciencia corporal y después siguió con las clases de yoga. Ya como actriz, lo incorpora a su vida laboral.
“Es parte de mi entrenamiento y calentamiento, por ejemplo para una función. O sea, toda la parte de calentamiento para yo prepararme para el teatro para una función hago yoga”.
Pero hoy en día, el yoga no solo es un ejercicio de calentamiento, pues también lo ha incorporado a su vida como un trabajo mental y espiritual.
“Me ha ayudado como a ser muy tolerante conmigo y sobre todo ha sido un camino de autoconocimiento (…) como aceptar que lo que soy es lo que tengo para trabajar y que mi cuerpo es mi herramienta, que mi mente es mi herramienta, tanto en mi vida personal como la laboral”.
A primera vista, parece reservada, ensimismada, seria, pero ella se califica como una persona con mucha energía, misma que canaliza a través del yoga, respirando.
“Antes (era) como un demonio de Tazmania, (…) pero siento que a partir del yoga soy mucho más consciente de ella y puedo enfocarla mucho mejor. (…) He aprendido a respirar, (…) a saber estar, a relacionarme con los estímulos verdaderos, con el presente”.
Acepta que el espectáculo es un medio muy complicado donde el ego, la competencia, las inseguridades son cosa de todos los días, pero con su trabajo personal se mantiene en paz.
“El yoga para mí ha sido como un lugar donde encuentro mi base, mi regreso a mí, a reconocer. Como que siempre siento que me despego de mí por mi propia profesión. (…) El yoga se ha vuelto eso, mi base para reconectar conmigo. (…) Me ha ayudado a no volverme una actriz ególatra”.
Los niveles de aceptación
En un artículo del portal “Desarrollo Personal”, Juan Sebastián Celis describe tres niveles de la aceptación.
Nivel 1 – La esencia de la autoestima
Aquí se ubica la creencia básica de que somos dignos de existir y que tenemos derecho a vivir de manera digna, feliz, a tener deseos, emociones, a amar y aprender.
De no aceptarnos, comenzará una constante lucha interior, el sabotaje a los éxitos, la negación de los logros y la huida de los sentimientos positivos.
Nivel 2 – Aceptar tu personalidad
Celis afirma que el segundo nivel consiste en aceptar la manifestación de la personalidad.
Aunque haya aspectos de nuestra personalidad, de nuestro físico, emociones o pensamientos que nos desagradan de nosotros, recomienda aceptarlos para reconocerlos y experimentarlos de forma natural, sin bloqueos.
Nivel 3 – Ser tu propio amigo/a
Imagina que acabas de ver el Ferrari nuevo que se ha comprado tu jefe y te mueres de envidia por dentro. Por suerte eres consciente de tu envidia y te permites experimentarla plenamente.
Este nivel consiste, según Juan Sebastián, en tratarte como un buen amigo lo haría. ¿Qué haría un buen amigo al ver tu envidia frente al coche de tu jefe? Tu amigo te diría que no es malo sentirte así y te preguntaría porque sientes envidia. ¿Quizás tus ingresos no te permiten vivir como te gustaría? ¿Quizás te gustaría ser una persona exitosa y popular? ¿Quizás te molesta que tu jefe derroche el dinero en un coche tan lujoso?
Ser tu propio amigo implica analizar y entender las causas y consecuencias de tu comportamiento, el origen de tus emociones y pensamientos, ser comprensivo con tus errores y animarte a mejorar tus puntos débiles.
Yoga, atrévete a experimentar la experiencia
Algunas personas consideran que el yoga es una religión, un ejercicio que aburre o que solo es meditar.
Paula invita a la gente a dejarse llevar por la experiencia de estar.
“Creo que al principio nos da como miedo acercarnos a algo así, o tenemos prejuicios. Mi recomendación sería no decir que no si no lo probamos. Atrevernos a probar y a partir de eso animarse”.
Hoy Ximena lleva una terapia. Su trabajo es lento, pero ha comenzado a aceptarse, a amarse. Quizá algún día deje de soñar con ser alguien más y vuelva a ser Ximena.
En este video de YouTube, encontrarás una práctica para cultivar la aceptación y el amor propio.
Namasté.
Redacción