La rutina nuestra de cada día
Todos tenemos al menos una rutina. La más común: despertar, bañarse, vestirse, desayunar y salir hacia nuestro destino.
Quienes trabajan son los que tienen rutinas más definidas, quizá la mayoría. Bernardo es una de esas personas.
“Odio la rutina. (…) Entro a trabajar a las 8 de la mañana, me clavo en la chamba, salgo a comer a las 2, regreso a las 3 y media, en lo que me recupero de la comida empiezo otra vez a las 4 y voy terminando a las 7 de la noche. Tomo el metrobús, llego a mi casa, ceno y me duermo. Es lo mismo de lunes a viernes”.
Bernardo es asistente en la empresa donde apenas cumplió dos años de trabajar. Pasó mucho tiempo sin empleo. Afirma que el sueldo no es muy bueno, pero que tuvo que aceptar porque le urgía aportar dinero a su casa.
“Es sumamente tedioso hacer los mismo todos los días. Lo peor es que por más que quiero llegar a convivir con mis hijas o con mi esposa, no puedo. (…) Me siento fastidiado, tenso, estresado, aburrido, como que se me cierra el cerebro y solo quiero descansar. Además, cuando no estoy en el trabajo, estoy pensando en el trabajo. No tengo paz en mi cabeza”.
¿La rutina es buena o mala?
Del francés routine, la rutina se define como una costumbre o hábito que se adquiere al repetir muchas veces una misma tarea o actividad.
Partiendo de esto se puede entender que los humanos seamos seres rutinarios, pues con base en nuestras necesidades todos los días seguimos diversos patrones.
Pero ¿es bueno seguir una rutina en cada vivencia que tenemos? Aquí es donde se abre la puerta al debate.
Algunos afirman que seguir una rutina es positivo porque se convierte en una herramienta que da seguridad, es decir, reduce los imprevistos y permite ahorrar tiempo al evitar tareas poco frecuentes.
Otros señalan que cuando se automatizan las acciones se cae en la monotonía, por lo que se va perdiendo la creatividad y las personas comienzan a sentirse apagadas, aburridas e incluso deprimidas.
De la rutina a la creatividad
Sea de una u otra forma, lo cierto es que los humanos además de ser rutinarios, también somos seres creativos por naturaleza.
Quizá haya quien piense que no nació para ser espontáneo o que la creatividad no ha tocado a su puerta, sin embargo, el yoga es una disciplina que ayuda a reconectar el cerebro con el pensamiento innovador a través de:
La atención plena. Está comprobado que mediante la atención plena se reduce el estrés, se incrementa el bienestar y la felicidad, además se promueven los proceso de pensamientos que generan y exploran ideas creativas. La sincronización entre respiración y movimiento del yoga trae claridad y enfoque.
Además, esta disciplina incrementa el sistema de chakras, dando vida al sistema de energía del cuerpo.
El flujo de energía. El yoga desbloquea los canales de energía en el cuerpo y conduce a una fuerza de vida más grande. Cuando el flujo de energía y la flexibilidad del cuerpo aumentan, la mente y la fuerza creativa se fortalecen.
La meditación. Se ha comprobado que la meditación y la reflexión aumentan la actividad de la corteza frontal (vinculada al enfoque, la calma y la concentración) e incluso amplían esa parte del cerebro.
También se ha demostrado que la respiración aumenta las Ondas Alfa del cerebro asociadas con niveles más bajos de estrés y mayores niveles de creatividad. Los estados alfa cerebrales son donde surgen las ideas.
Yoga Kundalini. Es una de las prácticas más antiguas del yoga. Consiste en realizar posturas y movimientos con el apoyo de mantras (música y cantos), lo que ayuda a la coordinación física y mental, haciendo que la concentración, el enfoque y la apertura sea mayor.
Una publicación del Wall Street Journal señala que esta disciplina aumenta la creatividad.
Cerebro antes y después de practicar yoga kundalini
Las asanas. Una simple práctica de yoga libera las emociones, el estrés y las contorsiones del cuerpo, aliviando la tensión repetitiva y trayendo al cuerpo y a la mente de vuelta al equilibrio.
Quienes hacen yoga, aseguran que esta práctica los anima a ser reales, les ayuda a conectar con sus verdaderos sentimientos y su ser más profundo, por lo tanto, equilibra las emociones que bloquean la creatividad.
En conclusión, tú decides cómo vives tus rutinas, pero no dejes que obstaculicen el flujo de tu energía. Sé creativo, regálate unos minutos al día y respira.
En este video de YouTube encontrarás una sencilla rutina de yoga para que fluya la creatividad.
Namasté.
Redacción / Video: YouTube / LindaSoyYoga