Meses de tensión por una discusión
“… y nos empezamos a enganchar en la discusión. A fuerza ella quería tener la razón y pues yo también (…) hasta que nos gritamos. (…) Lo bueno es que no estaba la jefa, si no… ¡nos corre!”.
Hace cinco años Mayra tuvo una discusión muy fuerte en el trabajo con Fabiola.
Cuenta que su jefa tuvo que ausentarse y le encargó que se quedara a cargo del despacho contable en el que laboran.
“Estábamos muy presionadas, había mucho trabajo. Le pedí que me ayudara con unas cosas y no me contestó. Ya notaba como que no le había parecido que yo quedara a cargo de la oficina. (…) Después le pedí algo más y Fabiola no me volvió a contestar. Entonces le pregunté si me había escuchado y me gritó que sí. (…) De ahí nos arrancamos… “.
Hubo gritos, reclamos y por supuesto, horas y horas de tensión entre ellas. Incluso, el ambiente se contaminó entre el resto de los compañeros debido a que, afirma, la productividad disminuyó.
“El equipo se dividió y por supuesto que eso afectó el trabajo. Se empezaron a cometer errores, a haber mala comunicación, el trabajo se retrasó, cosas así”.
Después de esa discusión Mayra y Fabiola dejaron de hablarse tres años, tiempo en el que siguieron trabajando lado a lado, porque así estaban colocados sus escritorios. Su jefa nunca aceptó moverlas de lugar.
“Fueron meses y meses de mucha tensión, de estrés. Ninguna cedía y pues ni modo, nos teníamos que soportar. (…) ¿Sabes qué fue lo peor? Que después de ser muy buenas amigas, sacamos lo peor de nosotras”.
“No podías estar llena de odio y ser guapa. Como cualquier chica,
yo quería ser guapa, pero estaba llena de odio”.
Alice Sebold, escritora estadounidense
¿Qué pasa en el cerebro cuando nos enojamos?
Mayra recuerda que ese momento y dice que simplemente se cerró.
“No sé qué me pasó. Me dejé llevar por el momento, por el estrés, no supe ser líder y me dejé llevar por el coraje de que Fabiola no me hizo caso. (…) Quizá no se lo pedí de la mejor manera, pero si hubiera sido su jefa básicamente no acató una orden”.
La vida laboral es una bendición, pero tristemente existen situaciones que no se pueden controlar y que, si tú lo permites, la contaminan con enojo.
Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Iowa, Estados Unidos, reveló lo que sucede en el cerebro cuando nos enojamos.
Se le pidió a un grupo de personas que realizara una tarea, pero para provocar la ira de los involucrados los expertos acordaron previamente que rechazarían todos los trabajos sin fundamento.
Cuando los participantes ya estaban molestos, los científicos detectaron que en el cerebro se activaron dos zonas:
- La corteza cingulada anterior (ACC), que es la encargada del control de las emociones.
- La corteza dorsolateral prefrontal (DLPFC), es la que toma las decisiones racionales e ¡impide que nos dejemos llevar por los impulsos, sin embargo, al ser “enojón”, se puede agotar y dejar de funcionar.
Con lo anterior, se determinó que el autocontrol es un recurso que se agota al “usarse de más”, por lo que debe emplearse de manera adecuada y moderada.
Conclusión: debemos alejarnos de los conflictos.
Es importante comprender que el ambiente en el trabajo está a merced del estado anímico de quienes lo integran.
Una palabra mal dicha o mal entendida, la presión, un mal día, un mal momento, en el lugar menos indicado… ¡BUM!
Inteligencia emocional
Mayra y Fabiola decidieron hacer las paces y aunque ya no son amigas, trabajan en un ambiente de respeto.
“Seguimos teniendo diferencias, pero ya sé cómo es ella y cuando parece que vamos a empezar a pelear me tomo un momento, respiro y no me engancho. (…) Siempre tiene la razón, usa excusas, no sabe trabajar en equipo y como no va a cambiar, mejor me tomo unos segundos y cambio de estrategia para buscar soluciones en vez de discusiones”.
Hace cuatro años practica yoga.
“Me tenía muy mal la situación en el trabajo. (…) Busqué algo que me ayudara a relajar y en el yoga encontré un hermoso regalo: no solo eliminé el estrés, sino que también encontré la paz interior y el camino que hoy me ayuda a trabajar la inteligencia emocional”.
Los psicólogos afirman que la inteligencia emocional se refiere a las capacidades y habilidades psicológicas que involucran el sentimiento, entendimiento, control y modificación de las emociones propias y ajenas.
Es decir, aquel que es emocionalmente inteligente tiene éxito en su relación con los demás.
Hay dos formas elementales de inteligencia emocional:
- La inteligencia interpersonal: entender y comprender las emociones de los otros para reaccionar según su estado de ánimo.
- La inteligencia intrapersonal: comprender las emociones propias, para tenerlas en cuenta al momento de tomar decisiones y poder regularse según la situación.
Mayra dice que con el yoga, ha aprendido a tomarse unos segundos antes de reaccionar a cualquier estímulo que considera dañino para su salud.
“Tiro por viaje en el trabajo (…) parece que a los demás les gusta pelear y justo porque me conozco y sé que me puedo prender es que recurro a la práctica del yoga. He aprendido a tomarme un momento, pensar ‘no te enganches, respira’ y respiro. (…) Es una gran enseñanza”.
Respiraciones para eliminar el enojo
Si detectas que está por iniciar una discusión tómate un segundo, piensa ‘no te enganches’ y respira.
De verdad, eso hace la diferencia entre pasar un mal momento o tener un buen día.
¡Tú decides!
Para eliminar el estrés y el enojo, los expertos recomiendan:
La respiración medida (o respiración 4/7): Consiste en alargar el tiempo de respiración, para calmar el cuerpo y la mente.
- Puedes hacerlo de pie, sentado o acostado, con las manos y mandíbulas relajadas.
- Inhala lentamente por la nariz y cuenta hasta cuatro.
- ¡Ojo! No levantes los hombros, al contrario, relajalos.
- Aguanta la respiración un momento.
- Exhala lentamente por la nariz mientras cuentas hasta siete.
- Repite durante dos minutos como mínimo.
- La respiración debe ser lenta, suave y cómoda.
La respiración del abejorro: Al practicar esta técnica debes emitir un sonido, como de abejorro, de esta manera calmarás la mente.
- Puedes hacerlo sentado, de pie o acostado.
- Cierra ligeramente la garganta, de forma que puedas oír el sonido del aire al pasar por la garganta cuando inspiras.
- Tapa tus oídos con los pulgares y tus ojos con los dedos.
- Mantén los labios suavemente cerrados, los dientes separados con la mandíbula relajada y suavemente haz vibrar las cuerdas vocales.
- Repite entre 5 y 10 veces.
- Después sigue respirando lenta y suavemente. Disfruta la paz.
Namasté.
Redacción / Con información de www.concepto.de