¿Nervios y ansiedad al relacionarte con los demás? Magda lo ha dejado atrás.
Hace cinco años que conozco a Magdalena, Magda para los cuates. Quizá sea trillado, pero si nunca han conocido a una persona que irradie luz, no me entenderán.
Y justo para que sepan de lo que hablo, es menester contarles su historia.
Magda es una de esas personas que quieres abrazar, que quieres cuidar, que quieres procurar. No será de tu familia, tu mejor amiga o compañera de trabajo, pero quieres protegerla.
¿Por qué? Porque hay pocas personas como ella y en estos tiempos, amigos míos, es necesario cuidarlas, tenerlas cerca y contagiarse de ellas.
¿Qué hace de Magada, una persona especial?
Magda llega todos los días a sus clases de yoga, en un espacio de la colonia Del Valle, en la Ciudad de México.
Es de las primeras. A veces toma clase en la mañana y en la tarde, o dos turnos de hora y media en la tarde, pero siempre constante. Incluso, toma sesiones los fines de semana y es muy raro que falte.
“Es mi vida”, dice.
Cuando te ve, te saluda con una tranquilidad y una paz que si fueran gripa enfermarías de inmediato. Platica, comparte la experiencia de su maravilloso día, te escucha ,es atenta y servicial.
No hay un día que no lo haya sido en cinco años.
Lo que más agrada de su persona es que siempre tiene una palabra amable para todos: “¡Qué lindo tu cabello! ¡Está hermoso tu mat! ¡La clase de hoy estuvo divina!”.
Delgadita, de estatura baja, cabello lacio y negro hasta los hombros, ojos pequeños, mirada inocente y una gran sonrisa. Eso sí, muy friolenta por lo que siempre anda bien “tapadita”.
Ya en la clase le gusta colocarse en la primera fila, pero si no alcanza lugar no tiene problema. Nunca la he visto molestarse por no estar al frente.
Al hacer sus posturas se muestra segura, flexible. No titubea. Resiste con tranquilidad cada asana (postura) y por muy complicada que esta sea, la he visto trabajar con suavidad.
Así es Magda y abrazarla es como un dulce para el alma, como contagiarse de paz después de la tempestad. Pero ella asegura que no siempre fue así.
10 años de trabajo personal y contando
Magda, de 55 años, laboratorista y madre de un joven de 26, cuenta que hace una década su vida era muy diferente.
“Mi problema es que soy muy nerviosa. A veces me sentía como tímida, no quería comunicarme con las personas”.
Asegura que hubo una temporada en la que su vida pasaba entre el trabajo y su casa. Incluso, dice, no se aceptaba.
Reconoció que estaba inconforme con algunas partes de su cuerpo, sus pies por ejemplo. No le gustaba mostrarlos “por mis juanetes”.
De pronto, dice, comenzó a practicar yoga.
“Tuve una maestra rusa de yoga que me decía ‘quiérete a ti misma, abrázate’. Le estoy muy agradecida”.
Cuenta que el aprender a hacer las posturas de yoga, respirando, poco a poco le ha dado seguridad, paciencia y tranquilidad, elementos que aplica en su vida personal y profesional.
“Ahí te demuestras a donde eres capaz de concentrarte, porque también los nervios te ganan y entonces ahora todas esas posturas me han ayudado mucho para sentirme más calmada. (…) La respiración la puedo controlar y a base de eso puedo manejar mi nerviosismo”.
Fobia social, el impedimento a relacionarse
Es normal que las personas sientan nervios al hablar en público, antes de una entrevista de trabajo o previo a un examen.
Incluso, hay quienes experimentan síntomas físicos de ansiedad como ruboración, palpitaciones, temblores o sudoración.
Aunque la ansiedad por la evaluación social es común, la experiencia de la persona con fobia social es más grave, perturbadora e incapacitante.
Según los expertos, la fobia social es un miedo intenso a comportarse de manera embarazosa, ridícula o humillante ante los demás. Es por ello que siente temor a iniciar y mantener una plática, ir a fiestas, hablar con personas de autoridad, participar en clase, hablar, escribir, comer o beber en público.
Cuando se encuentra en una situación así, la persona teme ser tachada de débil, de insegura o rara.
Los síntomas de la fobia social son:
- Sudoración
- Palpitaciones
- Molestias en el estómago
- Temblor
- Tensión muscular
- Rubor
- Resequedad en la boca
- Bloqueo mental
Además del malestar, el miedo afecta otros aspectos en la vida de la persona: rechaza invitaciones para ir a lugares, se rehúsa a una promoción en el trabajo, evita la participación en público, etc.
Según el Estudio Epidemiológico de los Trastornos Mentales en Europa, la fobia social tiene una prevalencia del 1.2% a lo largo de la vida, y el desencadenante es una situación social en la que la persona se sintió juzgada, ridiculizada o fue objeto de humillación.
Aunque muchas personas creen que “son así” y nada se puede hacer para mejor, lo cierto es que existen programas de tratamiento para superar este problema.
Superando el nerviosismo
Magda asegura que luego de 10 años de practicar yoga, ha superado sus nervios. Ahora, afirma, se ama plenamente y es capaz de convivir con la gente, respirando.
“Ahora integro el yoga a mi vida. Tengo muchas amigas, tengo mis maestros que nos quieren mucho y he aprendido mucho a convivir con ellos. (…) Me siento más segura conmigo.
Además, gracias al yoga, conoció a su novio, Mark. Aunque él vive el Miami y ella en la Ciudad de México, llevan nueve años de relación.
“La vida es una batalla con uno mismo. (…) He aprendido a aceptarme. Todos somos iguales, nadie sabe más que tú”.
Mientras que para su hijo, quien es antropólogo social y cinta negra de Taekwondo, Magda es un ejemplo.
“Mi hijo me dice ‘eres admirable, gracias a ti soy deportista, amo el deporte’”.
Yoga para manejar los nervios
Gracias a la práctica de yoga se pueden controlar los nervios y el estrés, y esto se debe a que esta disciplina te enseña a respirar de manera adecuada.
En este video de internet, el maestro Daniel de muestra una serie de posturas para aprender a respirar y calmar los nervios.
Namasté.
Redacción / Video: YouTube / Hola Yoga