Un terror inexplicable
“Cuando fue el sismo del ’85, me acuerdo que mis papás, esas figuras inquebrantables, fuertes, mis héroes, estaban muy asustados y creo que eso detonó en mí terror. En aquella ocasión, cuando fue la réplica, se fue la luz, así que ahora cada vez que se va la luz mi respiración se acelera, me pongo muy nerviosa y me dan ganas de salir corriendo y gritar. (…) Siento que va a temblar. Es un terror que inexplicable”.
Fernanda tiene vagos recuerdos de lo ocurrido hace 34 años, cuando un sismo de 8.1 grados devastó la Ciudad de México. Con apenas 5 años de edad, dice que en su memoria no había registro de lo que era el miedo, hasta ese día.
Ella y su familia vivían en un cuarto piso. Su mamá la preparaba para ir a la escuela cuando el edificio se empezó a mecer (es lo que recuerda).
“Nos pusimos debajo del marco de la puerta. Yo no sabía ni qué pasaba”.
Después todo fue confusión: inmuebles colapsados, las noticias en los medios, las víctimas, los escalofriantes comentarios entre vecinos, la suspensión de actividades escolares y de servicios… después la reconstrucción.
A los 5 años tenía muchas preguntas, mas no respuestas: ¿qué había pasado? ¿por qué? ¿cómo es que la tierra es capaz de algo así?
“Hay dos imágenes que se van a ir conmigo hasta el último día: el haber visto a unos metros de mí un edificio aplastado como sándwich y otro muy alto, como de 12 pisos, cuyos últimos 5 niveles quedaron de cabeza. Fue muy impactante”.
Fer comenta, con miedo en la mirada, que ese sentimiento le ha acompañado desde entonces.
“Por más que las medidas de seguridad indiquen que al empezar a temblar no corramos, no empujemos y no gritemos, yo hago todo lo contrario: me salgo corriendo de donde esté, esquivo a la gente para salir lo más rápido posible y, según recuerdo, grito ‘no, no, no, no, no’, porque no quiero morir ahí. Me bloqueo, me pongo a temblar, no pienso, solo quiero salir corriendo”.
Según los expertos, el miedo a los sismos es natural al ser una respuesta a un instinto de supervivencia. Sin embargo, las personas lo padecemos de diferentes maneras y niveles.
Incluso, hay quienes podrían padecer tremofobia.
¿Qué es la tremofobia?
La tremofobia es el miedo a los temblores y se caracteriza por un persistente, excesivo e irracional temor a estos movimientos.
Vivir en México es una opción poco alentadora para quienes la padecen, pues es bien sabido que por su posición geográfica se ubica entre las naciones con mayor actividad sísmica y volcánica.
Según la Universidad Autónoma del Estado de México, en nuestro país se registran en promedio 3 mil 500 sismos al año, aunque por su fuerza, detalla, solo cinco son perceptibles y rara vez alguno es destructivo.
Por su parte, el Servicio Sismológico Nacional indica que al día ocurren 4 sismos de magnitud mayor a 3 grados.
Tal es el caso del registrado esta semana de 4.9 grados, con epicentro en Coyuca de Benítez, Guerrero, y que se sintió levemente en la Ciudad de México.
El movimiento activó la alerta sísmica en algunos lugares públicos, generando pánico entre los habitantes.
Niveles de respuesta tras un sismo
Especialistas del departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana indican que tras un sismo, la gente manifiesta diversos tipos de respuesta:
- Estrés: se supera de inmediato.
- Estrés agudo: disminuye la atención, se pierde la conciencia de manera pasajera, amnesia momentánea, desorientación, temblores, agresividad e inquietud y se mantiene por horas o hasta un mes.
- Estrés postraumático (Tremofobia): los síntomas persisten después del mes y se suman otros como pensamientos recurrentes negativos, constante estado de alerta, sudoración de manos, taquicardia, ansiedad, crisis, desmayos, opresión en el pecho y mareos. En algunos casos también hay repercusiones conductuales que limitan las actividades cotidianas como ir al trabajo o estudiar.
- Estrés postraumático crónico: persisten los síntomas después de seis meses.
Datos de la UNAM revelan que entre el 50 y el 60 por ciento de los mexicanos se recupera del estrés provocado por un sismo en un periodo de dos o tres horas.
El 40 por ciento necesita un poco más de tiempo para equilibrar su estado emocional. Mientras que entre el 1 y el 14 por ciento requiere de tratamiento psicológico.
“En el momento en el que sienten que pueden llegar a vivir algo semejante se les dispara inmediatamente una señal en el cerebro que les genera esta sensación de terror y de pánico que los hace sufrir y no necesariamente tiene que ser algo real”, afirma la doctora Jessica Gutiérrez, psicoterapeuta de la Universidad Iberoamericana.
¿Cómo superar la tremofobia?
Al ser una fobia, los expertos recomiendan:
- Hablar abiertamente del tema, así como aceptar y reconocer el miedo. Incluso llorar para entender que es normal.
- Prepararse mentalmente para anticipar la respuesta, es decir, tener un plan de acción para actuar y disminuir la sensación de desamparo.
- Detectar pensamientos recurrentes y atemorizantes para “detenerlos” y generar estrategias de distracción.
- Buscar ayuda profesional si el estrés postraumático se convierte en crónico.
- Reducir la ansiedad a través de estrategias de respiración y relajación.
- Recurrir a mantras y frases positivas que mejoren el estado emocional.
“Desde hace siete años practico yoga y eso ha sido la diferencia en mi vida. He trabajado el estrés, la ansiedad, autoconocimiento, amor propio, muchas cosas que me han hecho más fuerte”.
Fer afirma que gracias a esta práctica está aprendiendo a controlar sus emociones en todos los ámbitos de su vida.
“Con el sismo de hace dos años (19 de septiembre de 2017) lo pasé sola. Estaba cocinando… vivo en un tercer piso, y cuando sentí el golpe lo primero que pensé fue ‘tranquila, respira, puedes hacerlo sola’. Ya no me paralicé ni salí corriendo. Claro que el tamaño del sismo fue terrible y aunque me estaba mentalizando para quedarme en el depa, terminé bajando”.
Sin embargo, asegura que la ansiedad y el estrés por escuchar la alarma sísmica ha disminuido. Es más razonable y actúa con más tranquilidad.
“Ya no salgo corriendo como loca. Respiro y actúo”.
Yoga para superar el miedo
Quienes practican yoga afirman que es un poderos método natural para superar el miedo.
Esto se debe a que aporta ecuanimidad porque relaja la mente. Uno de los principios básicos de esta disciplina es el aprender a silenciar los pensamientos, pausarlos, lo que nos permite conectar con el cuerpo.
Es decir, nos enseña a desactivar esa voz que normalmente nos dice que no somos capaces de lograr algo. Una vez que la silenciamos, nuestra mente se fortalece al grado de poder reducir los temores.
Quizá no sea la cura para eliminar todos los miedos, pero hacer yoga podría ser el primer paso para combatirlos.
¿Lo intentas?
En este video de YouTube encontrarás una sencilla práctica para eliminar los miedos.
Namasté.
Redacción / Video: YouTube / Cultivarium